Björk
Biophilia
Universal Music
8.0
Por: Luis Arce (@lsfarce)
¿En dónde reside el planteamiento teórico de un álbum? ¿Consiste verdaderamente en límites concisos y claros sobre la grabación, la composición, la producción, y la parafernalia? ¿Si el álbum también puede ser entendido como un concepto en qué sentido éste permanece en la música o la abandona para sobreponerse en la práctica de otras y diversas técnicas? ¿Por qué las primeras líneas de esta reseña resultan tan tediosas y parecen rebuscadas? Simple, las condiciones del efecto residen por completo en su ejecución. Es fácil hablar de la preparación de diversos trabajos y el concepto que gira en torno a ellos; pero en la realidad mucho del mérito de un trabajo, se encuentra en su ejecución.
A veces, esta ejecución está condicionada por la multiplicidad de ideas y personas que trabajan en realizarla. Y a veces, por qué no, un álbum también es el resultado de varias cabezas trabajando y pensando al mismo tiempo, con la finalidad de conseguir un producto que sorprenda. Bueno Björk Guðmundsdóttir es una experta en trabajar con diferentes materias, en resolver, a través de diversas manifestaciones artísticas, un producto final que pueda ocuparse de todas ellas, y además dejar espacio suficiente para que su característica expresividad tanto musical como visual atrape a los espectadores sólo por el gusto de escucharla.
Lo cierto, después de todo esto, es que los conceptos y las ideas fabricadas para un álbum tienen como único propósito extender la continuidad de una obra artística con la ayuda de diversas metáforas, de lenguajes, de abstracciones y claro, de tecnologías.
Entonces, ¿qué lugar ocupa Biophilia en la obra de Björk? Si revisamos un poco, resulta que cada álbum de la cantante islandesa se suministra a la idea de ofrecer una progresión idealizada pero concreta de su música, o una versión diferente de Björk, creada por Björk más cinco cabezas distintas en cada álbum. ¿Podríamos colocar el concepto de Biophilia entre el ambicioso pop electrónico de Post o el balance melódico entre sus trabajos anteriores de Volta? ¿Quizás entre la helada sutileza emocional de Vespertine y la preponderancia vital de Médulla? No, no realmente. El octavo álbum de estudio de la cantante islandesa, es como ella misma, una revisión de su obra, pero llevada hacía las dimensiones de un nuevo acontecimiento, ofreciendo de antemano una constante sagacidad.
Esta perspicacia ahora toma la forma de un álbum que la misma Björk ha descrito como “un conjunto de aplicaciones y un show multimedia”. Recuerda haber pensando en este concepto como una especie de manifiesto, en donde “los truenos podían enseñarte sobre arpegios, las piedras sobre estructura o el ADN sobre ritmos”. La noción de “aplicación para…”, entonces se le presentó a Björk como si se tratase de una epifanía. Otorgándole a la cantante la posibilidad de manifestar su universo musical dentro de la novedosa y entusiasta evolución de la tecnología.
Y aquí estamos entonces. Enfrentados al concepto, cual si fuéramos una especie de pensadores permeados de antemano por la modernidad y claro por nuestra propia caósmosis. Entonces, comienza “Moon“, y resulta que el disco es mucho más amigable de lo entredicho. Hay alrededor de todo ‘Biophilia’ una conjunción de pensamientos y abstracciones que habían llegado incluso a dejar en segundo plano la música. Habría que recordar que Björk no ha dejado de proponer en su música, una partición de su obra. Y sí bien es cierto que las mayores innovaciones de este concepto residen en la aplicación de las tecnologías y en la forma total del proyecto, y no estrictamente en la música; el disco, es completamente disfrutable sin la necesidad de experimentar las aplicaciones.
El mundo sonoro que Björk ha construido para Biophilia se desenvuelve delicadamente, evolucionando de tal forma que a veces, las melodías por sí mismas son capaces de manifestar una propulsión visual, sin la necesidad de recurrir a la majestuosidad de la presentación en vivo, o a la aplicación correspondiente. “Crystalline” por ejemplo, realmente progresa como un choque de energía tan minúsculo que es sólo perceptible entre las piedras y los minerales, llegando a su culminación donde los ritmos de drum‘n’bass no hacen más que ampliar la ya riquísima textura de la canción.
También es cierto que algunas canciones parecen construidas con la única finalidad de no dejar espacios vacíos, “Dark Matter”, por ejemplo, se siente como una experiencia inconclusa e indefinida, que si bien puede impresionar, no propone nada musicalmente destacable.
Sin embargo la manera en la que Björk trabaja siempre ha sido osada y consciente de que toda propuesta puede ser presentada desde diversos motores. “Hollow” es una pieza tan sugerente que uno no puedo evitar dibujar sus propias percepciones sobre lo que está ocurriendo, en verdad hay un trabajo tan certero entre tecnología y música, que es imposible no asumir este acontecimiento con naturalidad.
Björk, alguna vez declaró que la evolución del hombre lo conducirá a relacionarse intrínsecamente con la tecnología, pero a diferencia de los teóricos catastróficos del fin del mundo, también pensaba que esta relación, implicará más y más al hombre con su naturaleza, y con el mundo que lo rodea. Sí eso sucede, bienvenido sea.
El álbum mismo se ocupa en nunca apartarse demasiado de su naturalidad, y de pertenecer en concreto a las relaciones humanas y su entorno. La adorable “Virus“, recuerda a algunos de los momentos más deliciosos de Vespertine, con dulzura y sencillez transforma la noción del concepto, situándolo en segundo plano para dejar todo en el estrato de la sensibilidad. Así la espiritualidad del álbum avanza, ralentizando todo cuando parece necesario y ofreciendo cortes que garantizan una introspección mucho más holgada y detenida en la música, y no en la aplicación.
Es por ello que “Solstice“, resulta tan adecuada para cerrar el álbum. Tras un viaje interestelar, entre piedras, lunas, gemas, soles y demás materias, los significados toman de nuevo su lugar en el mundo, culminando con la tranquilidad espacial con la que comenzó el viaje.
Si bien las expectativas de adentrarse en este minúsculo universo que Björk ha confeccionado –con la ayuda de un ejército de programadores, músicos y artistas– son altas. No cabe duda que la mujer aún es capaz de sorprendernos. Biophilia es altamente ambicioso, pretencioso en otros casos; inconcluso en muchos otros. Pero cuando todo el ornamento se ha visto superado, sólo queda la discreta emoción de sentirse atravesado por un mundo tan grande, tan complejo y tan hermoso, que no pueda más que garantizarnos una sonrisa, así, minúscula como el universo.
Video: Björk /// Moon
Gran reseña hombre
. . . aunque no mencionaste mi favorita “thunderbolt”
Me gustó mucho la reseña, en verdad esta muy completa ¡sigan asi!
Muy buena reseña primero escuche el disco y luego lee tu reseña y acertaste en cada cosa que mencionaste BUEN TRABAJO
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