Reseña: Kendrick Lamar /// good kid, m.A.A.d. city

Kendrick Lamar
good kid, m.A.A.d. city
Aftermath/Interscope/Top Dawg
8.9

Por Luis Arce (@lsfarce)

El debut de Kendrick Lamar bajo el amparo de un sello mayor (Interscope/Aftermath), lleva un subtítulo que explica varias de las condiciones que estamos por escuchar en este recatado autorretrato. Lleva además, un portada que recuerda a una clásica escena familiar de mediados de los noventa; y en la edición deluxe una camioneta que parece haber sido utilizada para realizar los más infames actos de supervivencia en una civilización que orilla a ciertas personas hacia caminos donde siempre se puede hacer más violencia.

En la experiencia de Lamar es posible distinguir algo de su persona que está todavía por convertirse en el Kendrick que la gente comenzará a admirar. No cuenta la historia a medias –de hecho, su instinto para rimar, crear ganchos poderosos y utilizar los sampleos adecuados está más afilado que en su aclamado debut Section 80. (2011). Lamar, cuenta algo sobre la supervivencia, algo más sobre las dificultades para ser racional en una realidad que no lo es, y algo más sobre la fortaleza de un hombre que, ante todo, evita ser consumido por la codicia de no tener absolutamente nada.

Puede que sea cierto, una convención que se cumple con mayor satisfacción en la experiencia de los hombres, que aterrados, escapan de ella: “no soy yo/es la sociedad”. Para good kid, está claro que el joven Kendrick sólo busca contar o desahogar las injusticias que implica crecer bajo diversas circunstancias. En un minuto eres un joven libre, encantado de jugar con el más lejano de sus primos, casi sonríes, porque la vida nos orilla con suma gratitud a ser felices; pero exige su polaridad. Al momento siguiente tienes un tatuaje, portas una pistola, eres encañonado a tres calles de casa y tu corazón se detiene a la expectativa de la muerte; porque tenemos que sobrevivir, hay que sobrevivir. Eso está claro.

good kid, tanto el álbum como las canciones que le da nombre, dan coherencia a la anécdota y detallan el contenido de la experiencia en un conjunto de emociones que sería difícil quebrantar. Kendrick, sin embargo, es sugerente. Durante m.A.A.d city explica la sensación de encontrarse siempre buscando; la sensación de un punto de vista muy pequeño para sí mismo, un punto de vista donde resulta imposible discernir entre el momento cuando la consciencia nos mantiene vivos y el momento de clímax donde no queda otra opción, excepto disparar.

Lo extractos de la vida extraordinaria, son relatados únicamente por la anormal narrativa de un hombre que comienza su vida arrodillado –al comienzo del álbum, escuchamos, una oración– para levantarse producto de su propia narrativa.

La constitución del álbum respeta estos deseos. Entre diversos productores, composiciones en capas, y sonidos refinados no toma mucho reconocer el aventurado volumen que es este álbum. La nítida producción de Pharrel o Pac Div; las arriesgadas participaciones de Dr. Dre o la peculiar instrumentación de “Sing About Me” muestran un lado que es a la vez agresivo y frágil en lo que a la persona refiere. Allí radica aquello que es verdaderamente enigmático, la lucha por aquello que se supone nos pertenecen, incluso cuando estamos equivocados. Ese es el sonido de good kid.

Al final, queda claro que esta es la clase jugada que lo hará entrar en el estrato de la celebridad y en la élite del mainstream hip hop. La clase de jugada que podrá devolver un poco de aire a la idea de una vida mucho menos cercada por la libertad. La clase de jugada que escuchamos al final en las palabras de sus padres. “Real” en el caso de Kendrick, es contar esta historia, de tal forma que pueda legar algo de inmortalidad a una vida previamente aniquiliada.

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