Por Hugo Juárez @poketronik /// Fotos: BigIdeas (OzCorp)
Anamanaguchi, el grupo de “chiptune indie rock” de Nueva York que saltó a la fama por la realización del soundtrack del videojuego de Scott Pilgrim, visitó por primera vez la Ciudad de México para darnos una probadita de su próximo disco y alegrar los oídos de todos los nintenderos.
En un Caradura donde ya no cabía ni un Game Boy más, los muchachos de Anamanaguchi entregaron justo lo que los fans estaban pidiendo: melodías simples compuestas por sonidos de consolas de videojuegos, aderezadas de una guitarra eléctrica, un bajo y una batería.
Si bien para el “oído no entrenado” (es decir, aquellos que no están familiarizados con los sonidos de los videojuegos de antaño) todas las rolas en su discografía suenan igual, la sorpresa de la noche vino cuando interpretaron dos tracks de su próximo disco, Endless Fantasy (a la venta el 14 de mayo de 2013): de pronto hasta los más escépticos comenzaron a agitarse, y su sonido se tornó mucho más electrónico y rítmico, perdiendo la monotonía. Sin duda, el momento cumbre de la noche fue cuando interpretaron la canción que da nombre a su nuevo disco, la cual, auguramos, tendrá éxito incluso fuera del mundillo de los ñoños.
Y es que es cierto: tu grado de ñoñez es directamente proporcional a la pasión con la que disfrutaste el concierto de esta banda. Y, sin duda, a juzgar por la divertida que se dio el autor de este texto, su grado de ñoñez anda en Super Sañoñín Fase 10, estado al que llegamos los que estábamos ahí gracias a los temas del soundtrack del juego Scott Pilgrim vs. The World que la banda interpretó.
Pero Anamanaguchi también se dio el tiempo de tocar algunas de sus canciones más desconocidas, las cuales fueron bien recibidas por los asistentes en su mayoría. A pesar de ello, la duración del concierto fue demasiado corta, muy probablemente por lo limitado de su discografía. El ritmo del concierto decayó un poco al final por la misma razón, pero durante el mismo hubo momentos variados para bailar, cabecear y hasta cerrar los ojos relajadamente para sentir mejor los bits.
La energía de sus integrantes (Peter, autor; James, bajista; Ary, guitarrista; y el baterista Luke) nunca bajó, hubo interacción con el público, y una onda hippiosa-nerd-videojueguil hizo que la noche fuera muy agradable.
Aunque aún cueste trabajo meter su música en un género definido, escuchar a Anamanaguchi en vivo es toda una experiencia que debería satisfacer a los amantes de las curiosidades musicales y a los miembros de la generación Nintendo (incluso si eres de los que piensa que usar un Game Boy como instrumento musical sea una blasfemia). Para los videojugadores de toda la vida, todo el tiempo fue inevitable cerrar los ojos e imaginar a qué juego le podría quedar cada rola que la banda tocó.
Como nota al margen, hay que decir que los organizadores debieron calcular mejor el cupo del recinto, pues había demasiadas personas en el lugar y el concierto se volvió menos disfrutable. El poder nerd nunca debe ser ignorado: recordemos que en este tipo de eventos los nerds y ñoños salen de los rincones más insospechados, y cuando menos te lo esperas, abarrotan los lugares, aunque pareciera eso iba a ser imposible.
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