Por Arturo R. Jiménez @arturorjimenez
Oblique Strategies es una colección de tarjetas con frases creadas en 1975 por Brian Eno y Peter Schmidt para empujar a los músicos y artistas a experimentar nuevas formas de acercamiento a su trabajo. Una de estas tarjetas sugiere lo siguiente: “Convierte un elemento melódico en un elemento rítmico”. En High Life, el segundo álbum hecho por el compositor y productor inglés en colaboración con Karl Hyde, Eno toma su propio consejo y crea un trabajo repleto de texturas rítmicas en transformación inspiradas en sus trabajos pasados, la música minimalista y el Afrobeat.
Después de sólo dos meses del lanzamiento de Someday World, el primer trabajo firmado bajo el nombre de Eno · Hyde, Brian Eno y Karl Hyde (líder de la agrupación británica Underworld) presentan High Life con el pretexto de completar lo que inicialmente buscaban con su primer trabajo: realizar un álbum que mezclara elementos de la obra de Steve Reich y de Fela Kuti. Ellos afirman que High Life no formó parte de las sesiones de grabación de Someday World y esto se hace claro desde el primer corte. Mientras que el anterior álbum intentaba contener las canciones en piezas Pop con estructuras tradicionales, High Life mantiene una soltura y energía más impredecible. Grabado en estilo de jam session en donde Eno manipulaba en vivo los sonidos de la guitarra de Hyde, el trabajo final es inmediatamente envolvente y espontáneo sin perder el formalismo que ha caracterizado la experimentación que Eno a trabajado a lo largo de 40 años. Para estas grabaciones Eno colocó una pizarra blanca en el estudio con frases que contenían aforismos como “Evita la música” o “Nada en la vida sucede dos veces” y que servirían de guía.
Co-producido por el mismo Eno y Fred Gibson, un joven talento de tan sólo 20 años, High Life busca una variedad entre los patrones que se repiten una y otra vez hasta tomar nuevo sentido. En “Return”, la cual abre el disco, la guitarra de Hyde comienza a sonar ligeramente y se mantiene constante y elemental durante los nueve minutos que la canción se toma para crecer y acabar en un una celebración de sintetizadores que caen como lluvia. Después de ese himno admirable la influencia del genial Fela Kuti se hace notar con “DBF”, la versión de Eno del Afrobeat del maestro nigeriano. Eno corta y manipula los guitarrazos para acercarse al “Igbe (Na Shit)” de Kuti con un ritmo ambicioso y una base de bajo que lucha por no perderse en la cacofonía.
La música de Eno rara vez ha sido íntima pero siempre tiene una personalidad muy distintiva. Sus paisajes sonoros juegan con la tradición de ciertos tipos de música popular y los sentimientos que estos sonidos expulsan sin parecer ejercicios técnicos. En “Time to Waste It” la voz de Hyde es transformada a un agudo digital sobre un Reggae básico y un mantra que corta al final y repite “Aún lo creo, aún lo creo”, casi suplicando. Si bien Eno claramente tiene el control en su trabajo con Hyde, su naturaleza colaborativa siempre lo ha mantenido abierto a las aportaciones de sus compañeros (desde el (No Pussyfooting) con Robert Fripp, Eno no ha temido darle gusto a otros músicos).
Con Hyde, Eno encontró a un artista con un historial largo que explota de manera más clara en “Slow Down, Sit Down & Breathe” reminiscente a “Spikee” de Underworld, un corte de música electrónica inocuo.
“No tienes porqué avergonzarte de usar tus propias ideas” dice otra tarjeta de la serie original de Oblique Strategies. High Life cierra en sus tres versiones (digital, CD y vinilo, las cuales contienen entre ellas diferente número de cortes) con “Cells & Bells”, una hipnotizante composición con tintes de música Ambiental, aquella que Brian Eno desarrolló y que después de 27 álbumes en colaboración con otros exploradores sonoros sigue siendo tan esencial y única. Eno no lo hubiera podido haber hecho de ninguna otra forma.
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