Por C. Hadad (@HadadDosDos)
Fotos: Roja (Claudia Ochoa)
Los conciertos en la actualidad sufren de la crítica hacía las personas que les interesa verse bien en el evento en vez de escuchar la música. No es algo que esté bien o mal, puede ser producto de que cada vez nos hacemos más visuales, pero dentro de ésta tendencia se agradece cuando existen eventos donde la prioridad es escuchar música, así sea que vayas en pants o al menos un poco más arreglado. El festival Raymondstock se ha caracterizado en ediciones pasadas por ser una opción dentro del bullicio de eventos superficiales, aunque en esta ocasión se vivió algo distinto.
La cita fue en el renovado Foro Indie Rocks! en el cual causaba cierta duda en cómo se acomodarían alrededor de 20 grupos. “Javiera” fue el escenario improvisado en una pirámide de madera —que cuando no funge ese papel sirve como asientos— en el cual se colocó un talento orientado más a la electrónica, y “Coco”, escenario principal que alojó grupos de diversa índole.
La primera ronda de grupos se mostraba más familiarizada con el eslogan del festival: “Música para chavos raros”. Por un lado los italianos de Father Murphy interpretaron su Rock oscuro ante las pocas personas que se acaloraban a causa del techo de plástico que se colocó y para su gran amiga Lorena (vocalista de Lorelle Meets The Obsolete) quien se encontraba viéndolos apoyada en una parte de la tarima. Los problemas técnicos se hicieron presentes y el ligero retraso de media hora afectó a grupos como La Rubia Te Besa, Playa Vaginitas y The Presión —el cual era una versión oscura de Los Blenders y contaba con integrantes de dicha agrupación— quienes se presentaron ante un público bastante variado que parecía que sólo habían llegado por el grupo que querían ver y luego no se les veía.
Hasta ese momento el festival iba marchando de manera normal, cuando de repente se comenzaba apreciar una pasarela de moda que se reunía para ver a Lola’s Bad, proyecto de Synth Pop que con tonos suaves hacía contonearse suavemente demostrando ser uno de los actos que más se esperaban del día. Para los deseosos de algo más agresivo y más ad hoc al término “chavos raros” Baby Nelson & The Philistines no sólo llenó ése hueco sino le puso un interés a los caballeros por la bajista del grupo —que sin problemas se defendía ante los halagos que recibía— y un poco de slam.
El tiempo seguía pasando, sustancias no legales comenzaban a circular, y aún faltaba un grupo que llenara el espacio de lo mejor del día. Era momento de que Skin Town arribara a la pirámide de madera, momento para el cual el lugar ya se dejaba ver bastante lleno y la noche esperaba el R&B del grupo estadounidense. Una chica con un cabello verde totalmente llamativo y con un short que le hacía pasar frío, tomó el micrófono para comenzar a cantar pero no se le notaba del todo cómoda esto a causa de unos ligeros problemas que la llegaron a irritar tanto que parecía que dejaría la presentación y se iría; por fortuna esto se solucionó de inmediato, repitieron el tema errado y todo fue mejorando gradualmente sin mayores percances.
Una vez terminada la presentación de los estadounidenses se percibía un halo de desorientación provocado por el hecho de no esperar una buena presentación por el momento, pero para los curiosos que fueron al escenario principal presenciaron lo que podría ser la mejor presentación del festival: Los Blenders. El primer piso y el segundo abarrotados y ansiosos por el Garage de los chicos de Coapa, quienes al momento de comenzar fue el banderazo para el fraternal y nada amigable slam que gradualmente fue aumentando con la presentación al punto de poner nerviosos a los elementos de seguridad provocando que en plena presentación se cortara la energía de los instrumentos sin que los integrantes del grupo supieran qué sucediera. Después de un momento de confusión sólo se tocó una canción más, sin ningún tipo de saludo pero sí con mucho sudor en todos.
El Hip Hop de Yung Jake fungió como intermedio en el pequeño caso que se había provocado físicamente para después continuar con el caos que radicaría en las mentes: Lorelle Meets The Obsolete. Dicha presentación causaba curiosidad de un público ligeramente menor al que contaron Los Blenders, por el regreso de LMTO a México ahora que radican en EU. Lorena y Beto, marido y mujer, uno del extremo izquierdo viendo hacía el extremo derecho que también lo observaba, en medio el mal tercio de un bajista que no tocaba mal su instrumento. Desde el primer momento en que comenzó el grupo tapatío se sentía algo distinto: madurez en las canciones, un sonido más limpio y no por eso más agradable, todo lo contrario, un Noise con Shoegaze tan fuerte que hacía notar que el grupo se encuentra en el mejor momento de su carrera.
Posteriormente y de manera gradual fue disminuyendo el público pero no las ganas de fiesta.
Este año el festival Raymonstock logró algo distinto al traer grupos extranjeros que convocan otro tipo de público, mismo que podía tener oportunidad de conocer otro tipo de alternativas. Y aunque periódicos como La Jornada se hable como grupos “quizá efímeros”, lo que se demostró ese día fue que la música que ahí se presenta tiene la cualidad de ser auténtica, característica poco valorada.
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