RPM: Plastic Ono Band, en el cumpleaños 74 de John Lennon

October 8, 2014

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Por Ernesto Acosta Sandoval (@admiralhalsey_)

Just a Human: John Lennon/Plastic Ono Band, en el cumpleaños 74 de John Lennon

Hay un patrón en los tres discos debuts como solistas de los ex Beatles: todos tienen algo que decir respecto a los 10 años previos. McCartney optó por el encierro y la delicadeza, Harrison sacó del baúl todo lo que sus compañeros nunca le permitieron mostrar. Lennon miró hacia adentro y lo que encontró no fue nada agradable.

Debió haber sido muy difícil ser parte de los Beatles. Debió haber sido todavía más difícil darse cuenta de lo difícil que era ser parte de los Beatles. Y todavía más difícil darse cuenta que nada dura para siempre. 1970 marcó el final de una época enloquecida, la vuelta a la página en un libro que se trató de que todo lo que el mundo conocía cambiara. John Lennon lo supo desde el momento en el que entró por última vez a los estudios de Apple en Saville Row y vio cómo el barco se estaba hundiendo y nadie estaba haciendo nada. O quizá lo supo desde años antes. Quizá fue el primero en saltar del barco, veladamente.

John Lennon/Plastic Ono Band es un grito de auxilio para pedir que alguien le aviente un salvavidas. Es un álbum esquizofrénico y desesperado. Por momentos es tiernísimo (“Look At Me”, “Love”, “Hold On”), pero por momentos es enervante y terriblemente iconoclasta (“I Found Out”, “Well, Well, Well”). El dolor provoca esas sensaciones tan opuestas, tan encontradas. Pero no cualquier dolor, estos gritos vienen de un amor y una desesperación por querer entender qué pasó. Lennon estaba derrotado y lo sabía, así que exorcizó sus demonios a gritos. Decidió llamar a las cosas por su nombre por primera vez, así fueran sus ídolos, su alma gemela o sus padres (“God”, “Mother”, “My Mummy’s Dead”). Atrás quedaban los años de disfrazar lo que lo atormentaba en melodías inocentonas, atrás quedaban “Help!”, “In My Life” o “Strawberry Fields Forever”. Todo en Plastic Ono Band es descarnado, aun cuando la producción corrió a cargo del estilista mayor del pop, Phil Spector. Ringo nunca había sonado aporreando una batería tan desenfrenadamente, el bajo de Klaus Voorman es una afrenta a la delicadeza con la que Paul trataba a su instrumento. No hay arreglos de cuerdas, ni melodías alegres. Es Lennon diciéndole al mundo que, contrario a lo que creen, es sólo un niño al que la inocencia le fue arrancada y el sueño se terminó. Plastic Ono Band, al mismo tiempo, pone de manifiesto que las cosas no son tan sencillas como culpar a una o dos personas por lo que ha sucedido en la vida de su autor. Es el espectro completo de emociones humanas, tan viscerales y tan complejas que entiendes como alguien puede sentir ese resentimiento y, al mismo tiempo, ese amor. Sí, es entendible, pero es difícil de asimilar.

El ex Beatle nunca volvería a regresar a este filo. Quizá miró tan profundo hacia el abismo que lo que vio lo aterró y no se atrevió a tocar esos temas de nuevo. Uno como escucha queda paralizado ante el dolor sónico encapsulado en estas once canciones.

Post escrito por: Ernesto Acosta

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