I sold my soul for the second time: 10 años de Don’t Believe The Truth de Oasis
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
Noel Gallagher siempre, en cada lanzamiento posterior a Definitely Maybe, aseveró que el disco de Oasis en cuestión iba a estar al nivel o superar a su debut. Seis álbumes y nunca lo cumplió. Es imposible. Definitely Maybe es un álbum que cuenta con toda la ingenuidad que lo eleva a nivel de obra maestra. Pero ya hemos hablado de él y sus virtudes. Once años después, sin embargo, casi lo logró. En 2005, luego del enésimo conato de desintegración, la enésima pelea con su hermano, el enésimo cambio de formación en la banda, Don’t Believe The Truth se para muy dignamente al ladito del debut. No le llega, claro, pero sí le pisa los talones muy de cerca. ¿Por qué? Quizá Gallagher decidió que era tiempo de bajarse de su pedestal imaginario de formar parte de “La Mejor Banda de Rock ‘n’ Roll del Mundo” (puesto que, discutiblemente, sí tuvieron al inicio) y hacer un disco de buenas canciones sin mayores pretensiones.
¿Y qué necesita Oasis para dejar de tener pretensiones? Pues que Noel Gallagher soltara la batuta de compositor principal, nada más. Ahí reside el truco del álbum. Desde que empieza hasta que termina, Don’t Believe The Truth se siente como una bocanada de aire fresco muy necesario para la banda más tensa que ha habido en fechas recientes. Cada miembro se siente en su lugar, las canciones que componen Gem y Andy Bell (“Love Like A Bomb”, “A Bell Will Ring” y “Turn Up The Sun” y “Keep The Dream Alive” respectivamente) suenan como al Oasis más cool que hubo, ese que rompió récords de asistencia en Knebworth y que vendió millones de copias ganándole la batalla (que no la guerra) a Blur en 1995. Las canciones con las que Liam Gallagher contribuye como compositor (“The Meaning Of Soul” y “Guess God Thinks I’m Abel”) lo muestran en plena forma, ya sin sonar pomposo e innecesariamente grandilocuente (como lo fue esa cosa llamada “Little James” del Standing On The Shoulder Of Giants), sino como alguien que se está divirtiendo con lo que hace. En Don’t Believe The Truth las cinco (de las once en total) canciones que aporta Noel Gallagher son pequeños diamantes, hasta se le perdona el flagrante plagio a “Waiting For The Man” del Velvet Underground en “Mucky Fingers”. “Part Of The Queue” y “The Importance Of Being Idle” están muy cerca de cualquier cosa que haya compuesto entre 1994 y 1996. Hasta “Let There Be Love” suena a lo épico que en su momento fue algo como “Champagne Supernova”.
Este es el Oasis del que nos volvimos fans. El Oasis que hace que cada cabello en tu cuerpo se estremezca con cada nota que sale de la guitarra de Noel Gallagher y que hace que te den ganas de enchufarte a un amplificador y sentir que estás haciendo algo útil con tu vida.
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