I read the news today, oh boy. Unas palabras tras la muerte de George Martin
Por Ernesto Acosta Sandoval (@erniesandoval_)
Nadie, nunca, en ningún momento de la historia va a poder hacer lo que hizo George Martin. Nadie, jamás, va a ser un hombre de 35 años, entrenado como músico clásico, sin idea del Rock and Roll, que se atreva a grabar a cuatro chavitos sin saber en qué se metía, pero confiando ciegamente en ellos. Nadie, jamás, va a poder darles consejos para que re-escriban una canción y decirles cuando la terminen de grabar: “Señores, felicidades, acaban de grabar su primer éxito”. Y atinarle. Nadie se va a sentar con ese grupo de melenudos pacientemente a escucharles sus inquietudes y saberlas traducir a un lenguaje puramente musical. El mundo de la música necesita más productores así. Más hombres buenos sin ninguna malicia más que explotar el talento de los artistas que tienen en sus manos. Llevarlos a niveles que ni él mismo sospechaba que podían tener.
Hay tres momentos en los que me gusta imaginarme a George Martin en los estudios Abbey Road en los sesenta. El primero es a mediados de 1964, durante la grabación del Beatles For Sale. John Lennon empeñado en grabar el cover a “Rock & Roll Music” de Chuck Berry y pidiéndole a Martin que toque la parte del piano. El flemático inglés, a sus 37 años, vestido elegantemente de traje y corbata, aporreando las teclas mientras el grupo se deshace en el mejor momento de un disco no tan bueno.
El segundo momento, durante la grabación de Revolver a principios de 1966. Las ideas fluyendo libremente por todos lados, Lennon, otra vez, llega con una canción imposible de grabar. Una canción con un solo acorde y la única descripción que el cantante le da es: “Quiero sonar como si estuviera en la cima del Himalaya gritando por un altavoz”. “Tomorrow Never Knows”, esa grabación irrepetible (en palabras del propio Martin). Esa melodía inasible con miles de efectos de sonido perdidos y que jamás se podrá reproducir de ningún modo. Pero George Martin, ahí, rifándosela por sus muchachos, como cariñosamente les dijo siempre.
El tercer momento es la cumbre absoluta de todo. Las sesiones de grabación para Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band han sido exhaustivas emocional, mental y creativamente hablando. George al pie del cañón observa, en la madrugada, como sus muchachos están a punto de cambiar el rumbo de la música Pop para siempre. Y lo sabe. Y está feliz. Exhausto pero feliz. Desde la cabina de audio, sentado enfrente de la consola de grabación, escucha retumbar el último acorde de “A Day In The Life”. Así me gustaría recordar a Sir George Martin, sereno pero atónito, con los audífonos puestos y una taza de café sobre el panel de control en algún estudio de Abbey Road. Buen viaje, Sir George. Harás mucha falta.
Pingback: Documental /// Eight Days A Week: The Touring Years - Me hace ruido
Pingback: Reedición de lujo del Sgt. Pepper de The Beatles por sus 50 años - Me hace ruido
Pingback: RPM: 50 años de Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band de los Beatles - Me hace ruido
Pingback: RPM: 50 años de Abbey Road de The Beatles - Me hace ruido
Pingback: RPM: 55 años de Please Please Me de The Beatles - Me hace ruido