Reseña: Radiohead /// A Moon Shaped Pool

May 12, 2016

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Radiohead
A Moon Shaped Pool
XL Recordings
8.3

Por José Marr‏ @JR_Marr
CrazyRhythmsMusic

Cuando una banda ha alcanzado los niveles de fama y de reconocimiento musical que posee Radiohead, es lógico que la llegada de un nuevo trabajo de estudio se convierta en todo un acontecimiento. Han sido un par de semanas muy activas desde que pusieron todas su redes sociales en blanco, un par de sencillos y de repente, el anuncio de la fecha de publicación de su noveno álbum que estaba a solo unos días de salir y únicamente en formato digital. Las teorías, la expectativa ha sido como nunca antes, y es que A Moon Shaped Pool llega con el mayor lapso de ausencia de la banda, a esto se suman algunas declaraciones donde los integrantes afirmaban que este trabajo sería algo como nunca se les había oído y que cobraba cierta validez con los adelantos “Burn The Wich” y “Daydreaming“. Cierto o no; si algo hay que tener muy en cuenta con Radiohead, es que las etiquetas son difíciles y sus pasos impredecibles, estamos hablando del grupo con más “obras magnas” desde The Beatles y The Rolling Stones, y sí de algo más puede el grupo de Abingdon presumir, es que han hecho de la evolución un adjetivo de su nombre. The Bends, OK Computer, Kid A, In Rainbows, cuatro álbumes diferentes, únicos y vanguardistas en su tiempo. ¿Qué más le queda por hacer a Radiohead?

Es muy cierto que The King Of Limbs era una obra venida a menos, las ambiciones personales de Thom Yorke estaban predominando en el grupo y el tiempo transcurrido desde 2011 sirvió para dar rienda suelta a ello con Atoms For Peace y su segundo álbum solista. Por su parte, otros integrantes como Phil Selway o Jonny Greenwood se dieron esa misma oportunidad. En este mismo tiempo, Yorke apenas el año pasado terminó su relación con la artista Rachel Owens después de 23 años y dos hijos, algo que de forma encriptada declara a lo largo de este álbum y se respira en muchas de las desoladas atmósferas. Pero es esta suma de sucesos, la que ha ayudado a que Radiohead cumpla su cometido de dar vida a una obra única y una muy valiosa adición a su de por sí ya formidable catalogo.

A pesar que muchas de estas canciones ya habían sido expuestas en conciertos y sesiones, es increíble la manera en que se han trabajado para pertenecer aquí, incluso, cómo se les ha ordenado de tal forma que tengan un hilo conductor temático y lírico. De nuevo, con el siempre fiel Nigel Godrich en las labores de producción, Radiohead ofrece mucho con aparentemente poca materia prima. A pesar que en general sigue habiendo mucho sonido creado a partir de software, los instrumentos orgánicos no son consumidos por el sonido digital, hay un equilibrio y muy bienvenido debido a que la electrónica, vuelve a ser análoga. Todo lo anterior, suena cuidado y acomodado de forma minuciosa, además Godrich ha jugado en algunos momentos con las ventajas del sonido stereo y cuando esto se conjuga con toda la orquestación que Jonny Greenwood ha dirigido para el álbum se vuelve un momento dolorosamente hermoso como en “Glass Eyes“, o una vía para decir las últimas palabras por la relación disuelta de Yorke en “Daydreaming“, un track ambiental, frío y desolado donde la secuencia de piano ayuda al protagonista a expresar su tristeza y las cuerdas más adelante a aliviar esa tensión que aunque sigilosa, amenaza con consumirlo. Aquí además es donde se han aventurado más con las herramientas del estudio, poniendo algunas secuencias en reversa y en bucle, alcanzando un momento desconcertante hacia su final donde Thom ha desaparecido al fondo.

Opinión: No matter how it ends… no matter how it starts

La ya conocida “Burn The Witch” abre el álbum con un terror latente, que de entrada ya deja oír y trae de vuelta esa virtud subliminal en que el falsete de Thom sin demasiada alteración es capaz de conducir al oyente de forma inconsciente, aquí, en medio de violines estresados y una caja de ritmos demasiado nerviosa para sentenciar de una forma siniestra. Es evidente que la banda está buscando una nueva forma de hacer canciones, de crear música más que nada; absolutamente todo en este álbum es un instrumento, por eso es que las palabras de Thom nunca están preocupadas por tejer una linea melódica memorable, o porqué en piezas como “Decks Dark” a pesar del desprendimiento de una guitarra eléctrica, no se busca algún tipo de triunfalismo, la guitarra está ahí para matizar la atmósfera pero nunca deja de ser parte del golpe hipnótico y lento de Selway o del lánguido y continuo bajeo de Colin Greenwood. Casi lo mismo sucede con “Desert Island Disk” pero de una forma más terrenal el grupo se reencuentra con la intimidad de una guitarra acústica y la narración de Thom se escucha un poco más despierta debido a ello.

A veces se arrastran con mayor intensidad hacia sus conclusiones, “Tinker Tailor Soldier Sailor Rich Man Poor Man Beggar Man Thief” por ejemplo, apenas palpita por un beat tenue pero sombreado, teclas graves y un reverb grisáceo, sin embargo el bloque sinfónico y la batería orgánica enfocan el sonido y crecen de forma eclesiástica al final. Este mismo esclarecimiento sonoro también se logra con “Present Tense” a pesar que su ambiente es mucho más espectral. El arquetipo más clásico se asoma en magnificas piezas centrales como “The Numbers“, un sutil y difuminado Jazz en donde Thom es más preciso con su fraseo y su narración aunque no pierde esa introspección al hablar sobre cómo el sistema ha transformado la naturalidad humana, pero es por la cámara de cuerdas y los respaldos corales que se alcanza un acento igual de tétrico que sugestivo. Con “Identikit” regresa el Radiohead que apunta hacía el Art-Rock infundido, principalmente por la percusión haciendo uso del side-stick, sus sintetizadores y un entrecortado solo de guitarra, algo que no se oía de esta forma hacia tiempo. Es en “Ful Stop” donde se escala gradualmente hacia el punto más álgido, una rueda creciente impulsada por batería y bajo, algo muy propio de aquel Kid A, aquí en cambio la pista se calienta y se inmuta por los sintetizadores y loops desencadenando una polirritmia casi caótica.

A Moon Shaped Pool aparentemente puede ser una obra menor de Radiohead, carente de esos clímax de sus más célebres obras, lo anterior es algo que podría cobrar factura en los directos, cuando estos nuevos tracks tengan que mezclarse con épicas obras como “Paranoid Andoroid“, “Bodysnatchers“, entre muchísimas otras. Eso no quita el hecho que como álbum, el noveno trabajo de Radiohead sea una obra que respeta y le da valor al todo, que expone una maestría musical a pesar de su minimalismo pero que rezuma una infinita creatividad cuando se repiten piezas como “True Love Waits” para apreciar cada detalle, cada sonido escondido debajo del falsete espiritual de Thom Yorke. Esa necesidad de volver a iniciar el recorrido nace cuando se sentencia con la frase “Don’t leave” – y es así sucesivamente.

Post escrito por: Jose Marr

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