The Adicts
Garrobos
Konflicto de Libertad
Vulva
Por Stephanie Rosales @Phananarama
Fotos David Barajas @DavidDBarajas
La primera vez que vi a The Adicts tenía 17 años. Desde entonces, miles de cosas han cambiado, yo he cambiado, sin embargo, la emoción por tener la oportunidad de volver a ver a una de mis bandas favoritas seguía intacta.
Si bien la oferta de conciertos es cada vez más amplia, las personas dispuestas a pagar por ir a uno son menos. He perdido la cuenta de cuántos conciertos han tenido que cancelarse por la baja venta de boletos: afortunadamente, a pesar del elevado precio de los accesos, el pasado show de en la Carpa Astros gozó de una asistencia cercana al sold out..
Desde las 7PM, el antes Circo Atayde Hnos. lucía a más de la mitad de su capacidad. Algunas caras conocidas, aunque la mayoría nunca antes vistas, esperaban impacientes con cerveza en mano a que Monkey tomara el micrófono después de casi nueve años de no hacerlo en la capital mexicana.
Tras la presentación de las bandas nacionales como Vulva, Garrobos, y Konflicto de Libertad que fueron recibidas con aprobación y desinterés por igual, “Autosuficiencia” y “Un Día en Texas” de Parálisis Permanente provocaron los primeros empujones y cantos de la noche aunque se tratara únicamente de la música de fondo en lo que se montaba el escenario.
El calor empezaba a abrumar, pero pese a los más de 30 minutos de retraso, los ánimos nunca decayeron. Miles de personas estaban a la expectativa con el celular levantado, ya sin playera, mientras cantaban canciones de Eskorbuto y trataban de llegar al frente del escenario, para de repente entrar en una especie de confusión al ritmo de la pista The Adicts ha usado en su gira actual justo antes de salir a escena: el remix de Pet Shop Boys de “Girls & Boys” de Blur (¿?).
Pocas cosas se podrían comparar con escuchar en vivo una canción emblemática después de casi una década de haberla disfrutado por primera vez. Por fin llegó la hora y en medio de un tumulto infernal la siempre elegida para comenzar fue “Joker in the Pack”, y sin importar que el audio no fuera el mejor, el sudor que resbalaba por la espalda, la cerveza que volaba por el aire, las patadas en las espinillas y la piel erizada fueron una constante desde ese momento.
“Let’s Go”, “Fuck It Up” y “Johnny Was a Soldier” fueron acompañadas por saltos y empujones, puños al aire y una que otra boca ensangrentada; parte del tributo pagado a la icónica banda inglesa que, sin importar los años ni cuantas veces hayan visitado México, siempre es una bendición ver en vivo acompañada de confeti, pelotas inflables y naipes al aire como el célebre complemento que ha hecho de la banda un distintivo y punto y aparte de la oleada de Punk británico de principios de los 80s.
Para el momento de “Chinese Takeaway” no se podía ni respirar, y a pesar de que a estas alturas el público era una masa de sudor, chamarras de cuero y estoperoles, se volvió a desatar la locura e incluso, a pesar de la conglomeración de gente, hubo quienes se las ingeniaron para abrir un pequeño espacio en el que organizar un pequeño circle pit.
La banda dirigió muy pocas palabras a la audiencia y no fue necesario hablar más, la conexión que existía era incluso palpable. El tiempo se iba como agua y todos sabían que el final estaba cerca. Solemnemente comenzó a sonar “ Bad Boy” mientras algunos amigos, y otros despistados, cantaban abrazados.
“My Baby Got Run Over by a Steamroller”, “Who Spilt My Beer?” y “Viva la Revolution” se encargaron de cerrar por todo lo alto una noche digna de recordar, durante la cual cientos de personas que probablemente tenían años sin ir a un show brincaron y gritaron como nunca, aunque quienes vimos a la agrupación en sus pasadas dos visita a la capital extrañamos mucho el violín de Fiddle Dan en la alineación actual.
Finalmente, mientras volaba por el aire una docena de enormes pelotas de playa y burbujas, The Adicts nos regaló la clásica “You’ll Never Walk Alone” para sellar una increíble noche que pocas bandas serán capaces de superar.
Contrario a otras agrupaciones y artistas, The Adicts es garantía. No vive de la nostalgia ni de glorias pasadas, sino que siempre se esfuerza por dejar una huella indeleble en la memoria de quienes tengan la fortuna de verla en vivo, aunque se trate de su primera o quinta vez.