Like the flower and the scent of summer:
25 años de K de Kula Shaker
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
En el apartado de discos que casi nadie recuerda pero que no vale la pena dejar olvidados, hay uno en particular al que le tengo mucho cariño y es del que toca hablar esta semana en este espacio. K, el debut de Kula Shaker, es el ejemplo perfecto del one hit wonder pero llevado a un álbum entero y no solo un sencillo. A mí me atrapó por completo hace 25 años que salió y fue, si la memoria no me falla, el primer CD que compré y con el cual inicié mi colección.
En los últimos estertores del Brit Pop apareció este extraño álbum que no sonaba ni a Blur, ni a Oasis, ni a Pulp ni a las otras bandas menores de la época. Kula Shaker era un amasijo de influencias exclusivamente sesenteras y setenteras, y no les daba pena decirlo. Era psicodelia, misticismo y Rock & Roll. Como si el primer Pink Floyd (el del Piper At The Gates Of Dawn) se hubiera juntado con el Led Zeppelin del IV. Y lo mejor es que John Leckie (el productor del álbum) lo entendió perfecto y los hizo sonar como si tu sala fuera un estadio y las bocinas de tu equipo de sonido amplificadores ajustados a la máxima potencia.
Escuchar K, aun hoy a 25 años, supone una experiencia reveladora. ¿Recuerdan lo que le dice Anita Miller a su hermano, Patrick, en Almost Famous de que si escucha Tommy de The Who con una vela encendida podrá ver su futuro? Pues Kula Shaker, en 1996, logra algo así. Al menos conmigo, lo primero que hice cuando terminé de escucharlo fue quererme comprar una guitarra eléctrica y agitar mi inexistente melena a los cuatro vientos mientras cantaba letras en sánscrito (aunque en ese momento ni sabía en qué estaban cantando). En ese año también descubrí a Oasis y a otras bandas, y también me gustaban, pero no me hablaban tan fuerte y tan claro como Crispian Mills, Alonza Bevan, Paul Winterhart y Jay Darlington, envueltos en distorsión, cítaras e incienso, me enseñaron que lo que de verdad valía la pena era el rock.
Y sí, K queda como un ejemplo de one hit album wonder porque, a pesar de que la banda ha seguido sacando discos, ninguno ha brillado con la fuerza con la que este debut lo hizo. Ninguno de sus siguientes esfuerzos contiene cosas que me pongan la piel de gallina como los primeros golpes de la batería de “Hey Dude”, el rasgueo de la guitarra en “Temple Of Everlasting Light”, los riffs (bien Deep Purplescos) de “Smart Dogs”. Nunca han logrado crear algo tan ambiental y al mismo tiempo escalofriante como “Magic Theatre”. Y eso apenas es la primera mitad del disco. En las siguientes siete canciones hay cosas tan impresionantes como la épica “Into The Deep”, “Tattva” con su guiño a los Beatles, el rarísimo homenaje a los Grateful Dead que es “Grateful When You’re Dead/Jerry Was There”, la gozosa “303”, y la balada del disco, “Start All Over”. Para terminar con “Hollow Man” y en un mood setentero todavía más marcado e imposible de superar.
De vez en cuando escucho los demás discos de Kula Shaker. Algunas de esas veces lo he hecho lo menos prejuiciosamente posible. He intentado encontrarles aciertos, pero no lo logro. K tiene toda la fuerza de una banda madura que sabe lo que quiere. Tiene exactitud en cada una de sus canciones y les crees todo lo que están haciendo en todo momento. K suena más al álbum final y al testamento de la mejor banda de Rock and Roll del mundo en un universo paralelo que al debut de una banda que nació demasiado tarde para su propia desgracia.
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