Pixies
Head Carrier
PIAS Records
6.6
Por José Marr @JR_Marr
Crazy Rhythms Music
Muchos se preguntan si de verdad Pixies tienen que seguir existiendo a partir de la liberación del nauseabundo Indie Cindy de 2014 como continuador de una tetralogía entre 1988 y 1991 a la que no le hacía falta nada, y que aislada de cualquier modismo musical de la época, sentó las bases del Grunge y de gran parte del Alternativo norteamericano. Lo que sucedió con Indie Cindy, aberrante desde el título, fue un mero pretexto para reactivar las giras, por ello ese trató de una mezcla de EPs sin ton ni son. Pero ahora, el asunto prometía diferente, ya que Pixies, liderados por Black Francis, se metieron al estudio de lleno con la intención de grabar un nuevo álbum con un Tom Dalgety como nuevo productor, mismo que bien sabe del género para poder dirigir y reapuntalar la dirección de ésta, a una banda empeñada en continuar agrandando su discografía.
“Um Chagga Lagga“, uno de los previos, se erige con las potestades de los Pixies de hace más de 20 años, esas que llevan más instinto y desquicio que decencia, triunfa por esa potencia y revoltijo de quintas arrollador que remembran de inmediato a la voracidad de Surfer Rosa. Ya en esa auto inspiración casi llegan a imitarse a sí mismos con “All I Think About Now” que parte del riff, efecto de guitarra y aullido de “Where Is My Mind?” tiene, y bastante. Además la interpretación vocal de la nueva bajista (otra vez) Paz Lenchantin hace por demás un obvio guiño a Kim Deal con quien Francis parece sigue enganchado y de lo cual da razones en la letra.
En el aspecto vocal y melódico llegan a sonar bastante pulidos, “Might As Well Be Gone” es una prueba de ello y de cómo la voz de Francis y Paz contrastan como en los años de gloria pese a que la canción no hace mucho. Antes de ésta, se encuentra la arista más Grunge con “Baal’s Back” en la que Francis desgañita y lleva al máximo sus cuerdas vocales aunadas al accionar de Joey Santiago conjunto a la guitarra principal, un corte donde se demuestra que su cara más fiera sigue invatible.
En el termino medio, cuando Pixies es una maquinaria ponderosa salen avantes con estoica actitud, misma que dejan escuchar desde la apertura “Head Carrier” y más adelante con “Oona“. Energizan con “Talent” a la cual dan una velocidad que los lleva más hacia el Punk o son capaces también de abordar el Surf con las guitarras ventosas y soleadas de “Plaster Of Paris“; incluso, se atreven con el fondo acústico y una ejecución vocal más veraniega y relajada en el sencillo “Tenement Song“.
El lote de canciones que ofrece Head Carrier es una clara mejora, una efectiva reivindicación, sin embargo, existe un gran problema; y es que los discos de Pixies, la tetralogía mencionada al principio, son placas atemporales convertidas en clásicos. Siendo que inspiraron a gran cantidad de bandas, imitadores e incluso dieron inicio casi en totalidad a un genero que fue muy popular pero que duró muy poco, lo que consigue Pixies con Head Carrier es emular de buena forma sus viejas glorias, tanto en música como en escritura, en este apartado se encuentran temas que van desde la ciencia ficción, mitología, religión, amor o hasta violencia. Con todo esto, el hecho de emular casi descaradamente material que sigue vigente, ya es una condena o una buena copia de ellos mismos. Siendo el caso de una banda que ya no tiene nada que demostrar, quizá sea algo más bueno que malo.
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