The Who
Simon Townshend
Los chicos están bien: The Who en el Palacio de los Deportes
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
Fotos Óscar Villanueva (Flickr)
Es la una de la mañana del jueves 13 de octubre de 2016. Hace poco menos de dos horas, The Who (o lo que queda de ellos) dio los últimos acordes de “Substitute” cerrando así su primera y única presentación en la Ciudad de México. Mi cabeza está aturdida, escucho un zumbido constante. Sé que no me recuperaré de él pronto, no sólo físicamente, sino emocionalmente. The Who, ese monstruo sónico que está celebrando 50 años de carrera, 51 en realidad, pero la gira comenzó hace un año, esa banda de virtuosos en la que ninguno destacaba más que el otro y que como un todo pusieron al mundo de cabeza destruyendo instrumentos, volando amplificadores y siendo más atascados que ningún otro de sus contemporáneos por donde se le quiera ver.
No exagero al decir que los asistentes hemos sido afortunados. Cincuenta años después, y un concierto cancelado hace diez años, vaya que lo hemos sido, porque quién sabe cuánto más nos duren y quién sabe si algo así se pueda volver a repetir. Cualquier lugar común para hablar de lo que presenciamos la noche del miércoles se queda corto. Los años se les notan a Roger Daltrey y a Pete Townshend, sí. Sus movimientos, de entrada son cautos y poco arriesgados. Como si estuvieran guardando energía para las poco más de dos horas ininterrumpidas que están sobre el escenario. Pareciera que Townshend guarda todas sus fuerzas para deslizarse de rodillas al final de “Baba O’Reily”, para no dejarnos insatisfechos sabiendo que ese es uno de sus varios movimientos insignia. Daltrey es más tranquilo. Sabe que el centro de atención es su compañero de aventuras y lo enfatiza al final: “Nadie de nosotros, incluyéndolos a ustedes, estaría aquí de no ser por las composiciones de Pete”.
El show está dividido en dos partes. En la primera mitad te las sabes todas aunque hayas vivido en una cueva toda tu vida: “I Can’t Explain”, “Who Are You”, “I Can See For Miles”, “The Kids Are Alright”, “Behind Blue Eyes”, y por supuesto, “My Generation”. Luego, la cosa se pone seria y exige más de la audiencia. El The Who fastuoso, el que inventó la Ópera Rock, el que ya dejó atrás a los mods y al R&B. El The Who de “Acid Queen”, “Pinball Wizard”, “5:15”, y la enorme sorpresa de la noche: “The Rock”, para rematar con “Won’t Get Fooled Again”.
Esto fue The Who en la Ciudad de México en 2016: una sacudida de millones de decibeles. A mediados de los setenta fueron nombrados la banda más ruidosa del planeta. No sé si hoy en día lo siguen siendo. Quizá no. Pero no importa. Su sonido sigue cimbrando hasta el último cabello del último asistente en la última butaca del último rincón del Palacio de los Deportes.
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