Por José Marr @JR_Marr
Crazy Rhythms Music
El concierto de Kurt Vile, el segundo que ofrecería en México la noche del 4 de febrero del 2017, me causaba mucha incertidumbre. Mis expectativas y ansias de verlo eran demasiadas, pero no sabía si el público, los asistentes, colaborarían para dejarse encantar por el estilo a veces muy veraniego y acústico del compositor de Pensilvania. Por otro lado, si es que El Plaza se llenaría o al menos tendría una cantidad suficiente de personas, o peor aún, que quienes irían sólo por hits como “Pretty Pimpin” o “Baby’s Arms” no abandonarían el lugar por aburrimiento (esto me ha tocado ya experimentarlo alguna vez con The Antlers en el mismo recinto). Sin embargo, cualquier mal augurio fue falso, ya que lo de Kurt Vile esa noche, fue magia, fue encanto, fue hasta hipnótico y mucho más.
Pasaron las 8PM y un Plaza Condesa lleno pero no abarrotado dio la bienvenida de una forma medianamente eufórica a un Kurt Vile un tanto tímido. Parecía que sus primeras notas irían por algo muy calmado, pero los acordes de “Dust Bunnies” se marcaron con mucha fuerza y el acompañamiento de la banda retumbó con estruendo. Sí, la voz de Vile con el mismo tono desganado pero a la vez con mucho ímpetu, y en entre ese espectro de ruido que dejó la apertura, Kurt tomó relevó por el banjo y comenzó a hilvanar las cuerdas de “I’m An Outlaw” con el mismo éxito.
Toda la apertura fue por una racha ascendente, las canciones en vivo que continuaron como “Jesus Fever” o “Goldtone” (10 de los mejores minutos de toda la noche) se nutrieron de un vigor insospechado, Kurt Vile dejando en claro que en verdad es un gran, gran guitarrista, incluso develando solos de guitarra que no se hayan en el disco pero que en vivo, elevaban la adrenalina de todos sus fans. Hablando de lo gran guitarrista que es, no sólo fue con los temas más enérgicos, sino también cuando tomaba la guitarra acústica se lucía con arpegios de un desenvolvimiento hermoso, lo comprobamos con “Girl Called Alex“, “Stand Inside“, “That’s Life, Tho (Almost Hate To Say)“, “He’s Alright” o todavía con el gran viaje emocional de “Wakin On a Pretty Day“. Sobre lo dicho, el relevo de guitarras fue algo muy interesante, algo que Kurt se tomó muy en serio para que cada canción tuviera su toque particular; una Telecaster, una Jaguar, una Jazzmaster, todas Fender deleitando con su sonido otros cortes como “KV Crimes“, la muy celebrada “Pretty Pimpin“, “Puppet To The Man” o la final y muy acelerada “Freak Train“, uno de los primeros éxitos de Vile de su ya lejano álbum Childish Prodigy.
Tras terminar el primer set y volver del encore, el frontman volvió en solitario para ofrecer un muy íntima ejecución de “Wild Imagination“, hacer un tributo a una de sus grandísimas influencias como Bruce Springsteen con “Downbound Train“, una canción que al parecer nunca había tocado en directo, para así llegar a la conclusión con “Baby’s Arms“, corte donde de nuevo, reiteró su gran habilidad y cadencia con las cuerdas de nylon, tocando un arpegio hermoso y sumamente pulcro.
Volviendo a lo que dije en el comienzo, aquella noche quedó bastante claro que Kurt Vile tiene muchos seguidores en México, por momentos me sorprendió escuchar a las voces en cantidad cantando muchas de las canciones que se interpretaron durante esa noche, y en muchas, también están los lapsos más calmados, que lejos de aburrir o algún sinónimo, servían para enfocar toda la atención al protagonista: Vile y su guitarra. Y ahora que hemos comprobado por vez primera la calidad de un concierto en totalidad de él (ya que la vez pasada vino a un Corona Capital) hay que aclarar que también fue posible a que el compositor ha conseguido una un periodo de enormes discos desde 2011 con Smoke Ring For My Halo hasta la placa que trajo a promocionar llamada B’lieve I’m Goin Down… título que después de lo ocurrido en El Plaza, no podemos tomar tan literal. Inolvidable.
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