Por Diego Figueroa @halofive
Algunos regresos toman tiempo. Hay veces que vemos cómo bandas regresan cada par de años, recalcando en cada presentación que el público mexicano es de los mejores y por eso vuelven tan seguido. Otras bandas dan una presentación memorable para nunca más regresar. Pensamos que Rise Against sería uno de estos casos. Cuando vinieron por primera vez al Vive Latino, tan sólo necesitaron un setlist de 11 canciones a la mitad de la jornada para dejarnos con ganas de más, aunque pasaban los años y los discos y no regresaban. Hasta ayer.
Probablemente no era el concierto más esperado por muchos, pero la noticia de Rise Against en el Pabellón Cuervo le llegó a varios que ya se veían recordando cuando los escuchaban diario junto a otras bandas del calibre y cantaban “I just want to save you while there’s still something left to save”.
El ahora nombrado Pabellón Cuervo no es novato en cuestiones de punk, puesto que ya que en él (mucho antes de que tuviera este nombre) se habían presentado bandas como The Offspring o la primera visita de Green Day hace ya bastantes años. Lamentablemente, si parece estar aún lejos de adaptarse para tener un buen sonido y esto afectó en gran medida la forma en que el público escuchaba la presentación de esta noche. No sé qué tanto la banda se de cuenta de cuando están sonando bien o mal, y si se dieron cuenta, pareció no importarles. Saltos por todos lados, esa dinámica de que los músicos cambian de micrófono no puede faltar, todo frente a las luces que caían sobre la gente. Al fondo una manta modesta, decorada con un lobo completaba el escenario.
Durante la presentación de Tungas ya se veía el ansia de los fans, un tanto porque se acercaba la hora de Rise Against y otra porque con varios años en el circuito, ya podemos dejar de hablar de Tungas como banda abridora de ocasiones, y mencionarla ahora como banda que ya lleva a sus propios fans a presentaciones aunque no son los estelares.
Se agradece que una banda sea puntual, y más aún que empiecen con una canción para alocarse desde el inicio. El combo de “Ready to Fall” y “The Good Left Undone“, del álbum The Sufferer and the Witness, fue una gran manera de comenzar. ¿Por qué no? Algo de los discos viejos, los que seguro aún tienes ahí en tu colección de CDs (cuando aún comprabas CDs). “Re-education (Through labor)” fue la tercera canción y esto solo se ponía mejor. No sé qué tanto sea fan la gente de que le avienten cerveza pero como siempre, es síntoma de que alguien la estaba pasando muy bien, y no fueron sólo dos o tres personas. Varios moshpits llamaron la atención de Tim McIlrath, los reconocía e invitaba a que fueran más. Tim habló varias veces con la gente, agradeciendo que estuviéramos ahí a pesar de los años que tardaron en volver, nos contó de las actividades turísticas que hicieron como banda y de cómo ya morían por volver.
“Prayer of the Refugee” marcó el final de la primera parte del set y apenas llevábamos 50 minutos. ¿Cómo? Aún debe faltar mucho, esperábamos. Tres canciones en acústico nos dejaron descansar un poco previo al regreso del resto de los integrantes para las últimas canciones: “Blood-Red“, “White & Blue“, “Audience of One” y “Savior“. Gran final. El concierto terminó y había muchas caras de incredulidad, gente que salía con playeras sudadas mientras algunos agradecían al ingeniero de luces por estar, pidiendo que pasaran los agradecimientos a la banda. Esperemos que no vuelvan a tardar muchos años en volver.
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