Crystal Castles
Farrows
Por moonman
Poco a poco esa realidad alterna que se vive en las canciones está siendo superada por lo real. Prueba de esto es que todo el tiempo estamos pegados a nuestras pequeñas pantallas portátiles buscando ese momento en el que nos sorprendemos por lo voraz que se han vuelto las noticias actuales. Las canciones se han convertido en pequeñas piezas de cómo los sentimientos florecen, unas más exageradas que otras, pero a final de cuentas siempre están una raya arriba de lo real… pero hoy en día ya alcanzamos esa raya.
En el universo musical de Crystal Castles hay elementos que alimentan a un alma rota: desolación, furia, negación y un boicot contra uno mismo que lejos de sonar como un diagnóstico de un ser enfermo psicológicamente, muestra esos momentos en los que la realidad lo deja a uno en contra de la pared sin saber hacia dónde ir. Ahí es cuando Crystal Castles funciona y activa partes de nuestra personalidad que ocultamos en la sombra de nuestros selfies.
Mucha gente en el concierto a lo mejor iba con la intención de bailar o socializar, pero este choque de energía que derrocaron hizo detonar ese salvajismo que normalmente tenemos dormido con píldoras sociales, volcando a todo el que estuvo presente en un frenesí.
Edith Frances superó la prueba incluso antes de jugarla. Básicamente porque no hubo indicios de los caprichos de Alice Glass en los últimos conciertos de Crystal Castles. Que lejos de ser un personaje potente sobre el escenario, se mostraba fuera de sí, perdida, fuera del script del concierto. Edith por otro lado retoma esa fuerza, la estrangula y muestra las vísceras al público pero siempre consciente que está en un concierto de Crystal Castles.
Lejos de ser nostálgicos al buscar canciones como “Alice Practice“, “Crimewave” u “Untrust Us“, las nuevas canciones supieron entrometerse muy bien sin buscar protagonismo como el caso de la bailable “Frail” que oculta esa delicadeza detrás de gordos beats.
Así pues, en una noche Crystal Castles nos dio permiso de presumir las fisuras que todos traemos en nuestras almas, en donde lejos de esconderlas las compartimos en un baile frenético.