Time takes a cigarette:
45 años de The Rise And Fall Of Ziggy Stardust And The Spiders From Mars de David Bowie
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
TO BE PLAYED AT MAXIMUM VOLUME, dice la nota al pie en la contraportada del quinto álbum de estudio de David Bowie. Apenas seis meses antes, el cantante había lanzado un grito de guerra que escucharon todos los que no encajaban en la sociedad. Esas cosas hermosas que volvían locos a sus padres por fin tenían a alguien que los entendía y que estaba dispuesto a morir por ellos. Pero no nos adelantemos. Ya desde Hunky Dory, Bowie había empezado a voltear a las estrellas, pero en The Rise And Fall Of Ziggy Stardust And The Spiders From Mars viajó desde ellas y todo cambió. En este quinto álbum, Bowie, convertido en el personaje titular, el eterno explorador, nos vino a visitar para avisarnos que sólo teníamos cinco años para sobrevivir. Todo en medio del más puro Rocanrol que había hecho en su incipiente carrera.
Se dice constantemente que ZIggy Stardust es un álbum conceptual, pero también existe el debate sobre qué tanto está logrado el hilo conductor a lo largo de las once canciones que lo conforman. El mismo Bowie alguna vez llegó a desechar la historia y a decir que sólo eran un puñado de buenas canciones juntas bajo un nombre. Luego, por supuesto, se desdijo. Entonces, ¿hay o no una historia coherente aquí? Yo me inclino a pensar que sí, pero no importa tanto mi opinión como sí importan las canciones. Ziggy Stardust, creo yo, como todos, o casi todos, los discos de su tipo es y no es conceptual. Si omitimos ciertos momentos como el cover a “It Ain’t Easy” o “Hang On To Yourself”, que ni siquiera eran parte del proyecto original, nos queda, así sí, la trágica historia de este extraterrestre que viene a advertirnos del final de los tiempos y en el proceso se convierte en una super estrella del Rock decadente, drogradicta e increíblemente talentosa, víctima de sus excesos y de su propia ingenuidad. El tema principal, el espacio y las estrellas, están presentes en todas las demás canciones. Para 1972, Bowie ya era ese experimentador musical que permanecería como su característica principal el resto de su carrera, y Ziggy Stardust fue algo así como el resumen de lo que había hecho en los últimos cuatro años: el Hard Rock que había utilizado en The Man Who Sold The World resonaba en “Moonage Daydream” y “Suffragette City”, el glam cabaretesco que había comenzado a dibujar en Hunky Dory aparecía en “Lady Stardust” y “Rock ’N’ Roll Suicide”, en la que el personaje muere por la humanidad, pero principalmente, por sus fans. Incluso las inocuas melodías de su debut homónimo de 1967, maduraban aquí y se convertían en algo completamente fuera de este mundo en “Starman” y su guiño melódico a “Somewhere Over The Rainbow”.
The Rise And Fall Of Ziggy Stardust And The Spiders From Mars, en 1972, vino a confirmar lo que ya se sabía: David Bowie no le tenía miedo a nada, mucho menos al cambio y su quinto álbum lo estableció como la fuerza creativa más imparable del último cuarto del siglo 20. Si antes no había tenido barreras, el tomar a su primer alter ego y convertirlo en la súper estrella que él siempre había querido ser, sólo resultó en dejarnos a este hombre que desafiaría toda lógica cada vez que lanzara un álbum o se fuera de gira. Con Ziggy Stardust, Bowie se convirtió en un artista más grande que la vida misma incontenible en todos los aspectos posibles al que se tiene que escuchar al máximo volumen en nuestros equipos reproductores para poder alcanzar a percibir su grandeza.
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