Por Maza
La espera valió la pena y el frío no detuvo a un público que llenó la Sala Corona para experimentar el primer concierto de la edición 2017 del Festival Aural. Antes de proseguir hay que elogiar a los organizadores por continuar y sacar a flote el evento con tan buenos réditos y calidad de producción. En un espacio dónde es un volado la calidad del sonido, los tres conciertos sonaron excelente lo que permitió, y se agradece, disfrutar mejor de una noche fantástica.
Los primeros en subir al escenario fueron Tajak. Tengo que confesar que en disco me había costado trabajo entrarles, sin embargo en directo fueron una muy grata sorpresa. La espiral melódica que en estudio no se potencia, en directo cobra un cuerpo envolvente a lo Shoegaze con un impacto a lo Sludge. Por momentos tiran del manual para construir las canciones, pero siempre en vías de una calidad innata. La actitud un poco renuente hacia el público es una manchita, pero nada que objetar.
A continuación Carlos Marx empezó con un temazo, de lo mejor que escuchado en el año. Una verdadero artilugio de ruido con matices y aristas exquisitas; entre Jonh Cage y Free Jazz bordeado, a veces un pelín de más, al Phillip Glass de Koyaanisqatsi. Luego más bien el concierto fue un compromiso de terminar sin decepcionar después de ese momento cúspide. Lo intentaron de buena forma pero la repetición fallida fue inevitable. El guitarrista por momentos tiró del talento –mucho– para suplir creatividad y emotividad; y el violín tiene un peso agobiante como el de un Warren Ellis ritualista. Una buena banda con miras altas.
Godspeed You! Black Emperor se podría resumir así: #selamamaron. Perdonaran ustedes el vocabulario, pero lo que hacen en directo está en una nivel inaudito, casi inverosímil. No sólo es una cuestión de talento y que las composiciones ya en disco sean magistrales, se trata de que la experiencia en directo es de otro mundo, es un recorrido demencial controlado.
El primer adjetivo que me viene a la mente para describir lo que vimos anoche es brillante, y no por la calidad sino por la luminosidad y fulgor del concierto. Si bien Godspeed You! Black Emperor es una banda que mira más bien hacia la melancolía y a la introspección obscura, el recital se caracterizó por una especie de expansión emotiva. Un viaje por caminos obscuros y a la vez ardientes en los que la comunión era la clave.
Siete piezas que pasaron como un viento tan suave que las casi dos horas de concierto se hicieron breves. Tocaron completo el Luciferian Towers (Constellation, 2017), al cual nutrieron de un talante bucólico considerable y conmovedor; “Anthem for No State” logró enternecer al público con esa guitarra a lo americana que dibuja paisajes desérticos en fuego. No podemos dejar de lado que las proyecciones son un instrumento más en los conciertos de GYBE y cada una de ellas cuadraba las emociones a la perfección. “Bosses Hang” fue un pasaje industrial hacía el cielo más soleado al que llevados a través de imágenes de edificios accedentes.
También hubo espacio para el pasado y de qué forma. “Moya” y “BBF3”, ambas de Slow Riot for New Zero Kanada (Constellation, 1999), sonaron perfectas alienadas al final de concierto, con toda la gente entregada a sus deseos Efrim y compañía despedazaron el orden emocional que quedaba. Godspeed You! Black Emperor nos tomó de la mano y nos llevaron a un lugar pletórico de constelaciones, tal vez incierto y angustioso pero a la vez inspirado: un lugar con esperanza.
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