Dr. Dog
Be the Void
Anti Records
7.8
Por: Luis Arce (@lsfarce)
El secreto sobre el por qué algunas bandas funcionan a pesar de contar con herramientas en apariencia opuestas a la sincronía musical de su tiempo saliéndose de lo que significa contemporaneidad, radica en mantener una pureza y una seriedad características de su propuesta. Parece evidente -y casi natural- que tal consistencia decante en esfuerzos persistentes por fortalecer, equilibrar e incluso refutar esa propuesta.
Algunos toman salidas radicales, reestructuran su sonido cada que la oportunidad se hace presente; otros, condimentan el trabajo realizado con dos o tres nuevas herramientas y se lanzan de lleno en las concavidades de su espíritu reformado. Dr. Dog es una banda que pertenece por completo al segundo caso.
Con una templanza bellamente razonable, el tipo de diálogo que Dr. Dog intenta sostener con su público existe únicamente como una descarnada defensa de sus orígenes e influencias. En estos muchachos recae la difícil tarea de comunicarse con un lenguaje tan personal como remoto, y esto, no sólo en su manera de gestar canciones, sino en la producción, arreglos y tratamiento que le dan a las mismas. Parecen ir en contra de todo aquello que suene trendy. Su propuesta, entonces, se presta a malentendidos. Es tan irracional como podría ser, suena tan anticuada como podría sonar, y trata, no con cierto engaño, de arrastrar hasta los oídos del escucha, el sonido old-school de bandas que van desde The Beatles o The Flying Burrito Brothers hasta Big Star.
Las interposiciones de influencias y la decantada absorción de técnicas y materiales contemporáneos demuestran que la banda está lista para empujar el característico rock melódico de sus producciones anteriores hacia un discurso más espontáneo e irreverente. Este importante factor, más el casi natural gusto por la escritura musical crea dentro de Be the Void la sensación de escuchar una agrupación realmente contenta con los pasos que su carrera ha dado desde hace un tiempo.
Como si el ensamblaje pop lleno de alegres armonías de Easy Beat y el detallismo exacerbado de Shame, hubiesen alcanzando un punto de equilibrio, o mejor, una línea de equilibrio, Be the Void se muestra como el paso más sensato que la banda pudo haber dado. Es cierto, aquí se expone y reitera el amigable rock de sus primeros álbumes; pero ahora la fuerza detrás de la producción manifiesta el empuje más sincero del grupo, no por alinearse con los géneros característicos de su tiempo, sino por correr al lado de ellos entregando una noción diferente hacia una modernidad musical que a veces suena espantosamente homogénea.
“Lonesome” es la pista encargada de abrir este álbum, y lo hace con la convicción de luchar contra el ácido de toda esperanza frustrada. Emoción que permanece latente en cada episodio del disco. Con pistas como “These Days” o “Vampire”, la banda calibra sus latidos, su ADN, dentro del estallido de capas y capas de pop melódico y coros a là Beatle probando que –me permito aquí parafrasear un fragmento de la canción “Turning the Century”– han encontrado la combinación y tienen en sus manos la llave para darle un buen giro al momento histórico que le has tocado, por lo menos, desde su muy particular visión del mundo.
Ciertamente Dr. Dog no cambiará la manera en la cual concebimos la música de hoy día; pero en su intento por trasladar el estilo y la frescura de un rock que ya se vislumbra difuso, son extraordinariamente buenos.
Escucha: Dr. Dog /// Lonesome
Video: Dr. Dog /// That Old Black Hole
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