My Bloody Valentine
m b v
Independiente
9.0
Por Luis Arce (@lsfarce)
La tarde del 2 de febrero de 2013, My Bloody Valentine lanzó el álbum que dio continuación a su legendario Loveless, el pseudo-homónimo: m b v.
Fuera de la expectativa y la derrota desconsolada de un imaginario que jamás se reconcilia con la realidad, existen pocas satisfacciones tan gratas como la felicidad de encontrarse con un recuerdo cuya vida ha sido renovada. Ese “siempre todavía”, que nos parece tan familiar únicamente cuando la espera ha finalizado. Aunque a veces los pensamientos adquieren la forma de algo que está por realizarse, hasta hace algunos meses, la noticia de un nuevo álbum de My Bloody Valentine sonaba tan lejana, como los arreglos de percusión en “To Here Knows When”.
La naturaleza del evento obedecía principalmente a la necesidad de escuchar una obra capaz de dar continuidad a la perfecta realización de Loveless. Sobre aquél álbum se han dicho tantas cosas, y no se han dicho todavía tantas otras; que no nos ocuparemos aquí de él. Ahora nos importa porque de Loveless se desprende la mística que rodea no sólo a este lanzamiento, sino a la música independiente surgida después de 1991.
Loveless es la clase de álbum que decide mucho del rumbo y preferencia musical que escogerá una persona. La clase de álbum que puede quebrar nuestra percepción musical al grado donde, irremediablemente, ya no volveremos a escuchar la música de la misma manera. La crítica, por su parte, encontró una palabra para aquel inasequible álbum: “etéreo”, misma palabra utilizada tiempo después para definir una cantidad asombrosa de álbumes, sencillos e incluso vídeos. Aquella palabra, lejana y desatinada de las aproximaciones perfeccionistas que Shields sostenía sobre su álbum, contenía al menos algo de cierto: el instrumento icónico del rock & roll: la guitarra, había escapado a la fuerza de gravedad.
Cuando Italo Calvino definió lo que era un libro clásico señaló, entre otros argumentos, que un libro clásico “ejerce una influencia particular, ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual”. La misma distinción podría atribuirse a Loveless. A la par de Cocteau Twins –curiosamente una de las principales influencias de MBV– la luz que reina sobre el relato de los últimos 20 años de la música indie está altamente relacionada con esta banda. Como The Velvet Underground, Joy Division y Sonic Youth hicieron en su tiempo, My Bloody Valentine se convirtió en referente de absolutamente todo. Spiritualized, Mazzy Star, Mercury Rev, el colectivo Elephant 6, Sigur Rós, Curve, Seefeel, Broadcast, Fennesz, Primal Scream, Smashing Pumpkins, Beach House, The Horrors, M83, The Raveonettes, Godspeed You! Black Emperor, Echo Lake, Deerhunter, The Pains of Being Pure at Heart, School of Seven Bells, Flying Saucer Attack, Peter Bjorn and John, The Verve, y una infinidad de agrupaciones más; incluidas las del lejano oriente, como Boris, Shonen Knife y Boredoms.
Lo que nos habla de Loveless, en última instancia, es la realidad que la obra adquirió al configurar y adaptarse en el discurso de aquellas bandas surgidas tras el camino cimentado por la dedicación de Kevin Shields. Una influencia invisible, y por consiguiente mimética, hizo de Loveless un clásico; posiblemente el clásico más importante de los últimos años. De ese tamaño es la loza que evoca el nombre de My Bloody Valentine.
La imprevisible dedicación de Shields puede abrir horizontes inexplorados para la mente detrás de una obra maestra. Esa mente, en su incontestable impulso de creatividad, exige al individuo verter nuevas ideas la mayor parte del tiempo. Si Loveless fue la apuesta de Shields al descubrir que jamás tendría de nuevo todo el tiempo y recursos que facilitaron la creación del álbum; m b v es la respuesta modulada de la creación personal ante la existencia de un paradigma impuesto por la unicidad de su voz.
Escuchar m b v es una actividad que requiere más inocencia y libertad que entendimiento. Lo que sucede en el álbum sigue siendo un acontecimiento histórico, porque en él evoca la realización que fue Loveless, no la mejora; pero no se equivoca en ello. Desde el comienzo está claro que ni siquiera lo intenta. m b v comienza de la forma más inteligente que podamos evocar. Ahí donde “Soon” se diluía, atendemos a un acorde que divaga entre montañas de pedales para encontrarse con la voz de Shields mientras éste dicta la primera línea del álbum: “You come back…”. Lo que sigue es inteligible, sin embargo, percibo aquella vaga melodía con la esencia de una intensidad por la que el tiempo no pasó, o tal vez, al encontrarse MBV dentro de tantas agrupaciones, el tiempo olvidó envejecer su sonido.
Siendo a la vez, mágica y metódica, la esencia de My Bloody Valentine reside en la especulación de un espíritu juvenil y la madurez de un compositor consagrado con sus experimentos. Shields entiende el sonido como una peculiaridad del espacio, como un fenómeno, que en aras de ocurrir, se permite, seguir sucediendo, en lugar de únicamente suceder .”is this and yes“, debe ser hasta el momento, la pista más insólita de MBV; lo que oculta dentro de su repetitiva fórmula, es la brillante idea del espacio y su papel en la música. Tal como las cintas de Lucier, el sonido se mueve hasta reencontrarse cautivo del lugar que le dio origen y se ahí se repite. A lo lejos, una percusión, casi imperceptible, nos indica que esta canción, y en general todo el álbum, remite a la expansión de la música como una sensación ideal ya que invade lugares de la realidad que inicialmente, no le pertenecen.
Evidentemente hay mucha teoría y conocimiento técnico en este álbum. Los años de experimentación dentro del estudio, la hipótesis popular que recae sobre la mítica pedalera de Shields, los efectos que distorsionan las voces de Butcher, o los sentimientos que motivan letras inspiradas por cierto concretismo poético. Todo eso está claro, pero hay algo más; algo que evita que una gran cantidad de imitadores suenen como My Bloody Valentine, aún cuando están armados con similar tecnología. La relevancia del álbum reside en ese conocimiento. Finalmente, ¿por qué realizar un disco cuyo sonido podría atribuirse al año de 1993? Las probabilidades indican que se debe a la imposibilidad que representa para cualquiera crear un producto ligeramente similar a Loveless. Excepto, claro, para My Bloody Valentine.
En “only tomorrow“, “who sees you” y “wonder 2“, Shields despliega tanto el erudición como la capacidad de improvisación que lo hacen un guitarrista sorprendente, sin embargo no añade elementos novedosos a la mezcla; manifestando un sonido que es a la vez, inasequible y familiar. “new you”, es la única canción que podría considerarse potencialmente efectiva para la promoción del álbum, dentro de su sonido engloba lo mejor del dream pop de nuestros días, guiado, todo en la instrumentación por las vocales de Butcher, que suenan aquí más nítidas que en el resto del álbum, y, posiblemente, en la discografía de MBV.
Son los efectos de MBV lo que produce el verdadero estatismo del oído con su música. Una canción como “if i am” es sumamente genuina, porque no nos habla de un concepto escrito, amoldado conscientemente a lo que esperamos de la banda –más canciones como “Soon“, menos como “Gliter“; no. Bilinda está ahí, solamente suspirando cada palabra, mientras un riff efectista cruza el ritmo mesurado de Debbie Googe y Colm Ó Cíosóig. Tan sencillo como eso, y aún así constituye uno de los tracks más hermosos en el disco.
El 7 de febrero de 1997, Kevin Shields declaró que el nuevo material de My Bloody Valentine vería la luz aquel año. Desde entonces, han transcurrido dieciséis años y las personas nacidas en el 97, están ya en preparatoria. A esa edad, o por lo menos en esa etapa de mi vida, me acerqué a My Bloody Valentine. Escogí Isn’t Anything, pero rápidamente cambié de parecer para quedarme con Loveless. De aquella época conservo varios álbumes que han calado profundamente en mis recuerdos, álbumes que lograron cambiar mi forma de percibir y escuchar la música. Aunque no estoy seguro si m b v puede convertirse en uno de ellos, sé que, contiene secretos, revelados inconscientemente en cada nueva aproximación; esa es, estoy seguro, la vitalidad de un clásico propio.
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