Youth Lagoon
Wondrous Bughouse
8.3
Arts & Crafts
Por Luis Arce (@lsfarce)
Extrañamente, la vida respira de una alegría y una fragancia melancólica tan certera que anula cualquier intento por mirarla con extrañamiento durante un prolongado periodo de tiempo. No importa lo que suceda en nuestro interior, la respuesta de ese afuera exagerado y siempre terriblemente ajeno, corresponde a una sola idea: ciertas cosas nos hacen pensar que no todo marcha tan mal.
La realidad involucra para Trevor Powers pesadillas que se abren a disposición de la mente, agujeros in nitamente humanos donde cavar y cavar no facilitará la tarea de ser, en plenitud, una persona “realizada” –si es que el término es permisible bajo cualquier precepto humano. Muchas cosas cambiaron en la vida de Trevor Powers durante el último año. Dejó de ser el muchacho que vino de un pueblo solitario en San Diego, California armado únicamente con su intimidad y su capacidad para contar historias. También su música se transformó: salió de los recintos donde, compuesta, permanecía segura, casi bajo llave, acaso revelada por una tímida página en internet a convertirse en un Best New Music de Pitchfork y uno de los álbumes más aclamados de 2011. Él mismo, su persona, tuvo que enfrentar desafíos demasiado serios para un ser humano, como encontrarse, de pronto, frente a otros seres humanos, que esperaban de su historia una respuesta para problemas personalmente irresolubles.
Los cambios son notorios: la producción está mejorada, el rastro de los acordes que golpean el piano sacude la melodía por completo en lugar de sólo dejarse llevar por ella, y la entera naturaleza del álbum ya no formaliza emociones sino que las presenta de tal forma que podamos descubrir algo distinto en ellas. Algo nuestro.
Esta vez la historia comienza con una visión más abierta del estudio y el álbum como totalidad, ya no tratamos con estampas de un memoria, sino con la memoria, que afortunadamente, encuentra un lugar en sí para cada estampa. Por supuesto, Powers es todavía un gran narrador, e incluso es capaz de hacernos ver los fantasmas que él mira con claridad. Durante “Sleep Paralysis”, Powers relata la sorpresa de averiguar una gura –tal vez humana, divisada a los lejos sobre un lago donde alguien, una pesadilla, una ella, se ahogó. Esta imagen es reforzada por la música hasta una proporción magni cada de lo que vemos a través de su lente. Como despertando del sueño, la melodía se torna más agresiva y poderosa; sin embargo retiene el velo que imposibilita entrar de lleno en la canción. El significado de piezas tan íntimas no es algo que se escarbe en la continuidad del intelecto, refiere, en cambio a una sensibilidad propia que prefiere construir un castillo antes de encontrar un tesoro.
Así, la imaginación de Powers, atinada con una emotividad intelectual y consciente de su labor como músico; tiene en pistas como “Attic Doctor” y “Dropla” muestras de una maduración plena en cuanto a forma de trabajo y deslumbramiento del mundo se re ere. Esa imaginación aún es pequeña, constreñida por pesadillas y diversos momentos de lucidez que obligan al compositor a crear para no olvidar y a renovarse porque la vida misma ha cambiado.
Aunque algunos podrán argumentar que este álbum ha perdido la pista de la recóndita personalidad de Powers, y tal vez no se sientan tan identificados como se sintieron con The Year of Hibernation, no puede negarse que ya son pocos los casos de personas que apuestan por lo dulce, o por lo amargo que existe en las temáticas frágiles. Y más pocos aún, lo hacen tan bien como Trevor, quien realmente no ha superado sus fantasmas, pero ha descubierto que el mundo es un lugar apacible y armónico, si decide quedarse con ellos.
Escucha: Youth Lagoon /// Mute
Video: Youth Lagoon /// Dropla
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