Vampire Weekend
Modern Vampires of the City
Terrícolas Imbéciles
8.9
Por Luis Arce (@lsfarce)
Nuevamente: la ciudad. Ese tema recurrente y monstruoso, cargado de frialdad y enmarañadas historias que no siempre necesitan contarse. No mucho más de lo que necesitan vivirse. Ese lugar que “lleva la batuta de nuestra imaginación”, porque en ella ocurre una puesta en escena alejada de la aberrante sintomatología de la vida citadina. Mucho más álgida en emociones, mucho más cercana a nuestra propia experiencia de la gris cotidianidad.
Para una imaginación como la de Ezra Koening, que sobrevive precisamente en torno al fantasma de la ciudad y que tiene únicamente sus audífonos y la música que llevan estos para enfrentar la aparición arquitectónica de la espeluznante construcción de granito y acero; alcanzar la madurez, es una derrota. Aunque ello implique dominar la batuta de la imaginación y dirigir, siempre con un espíritu de aventura, las construcciones que salen a nuestro paso. Ante la ciudad, si existe una lección, es que hemos sido derrotados de antemano y crecer dentro de ella, no vale la pena. Por eso mismo, Modern Vampires habla de una experiencia diferente.
Primeramente, digamos lo necesario: Modern Vampires of the City, es la obra cumbre, hasta el momento, de Vampire Weekend. Dicho esto, sigamos.
Hasta ahora, la música creada por el cuarteto, me parecía divertida, pero no emocionante; vibrante, pero lejos de ser conmovedora. Mi intuición me condujo a reducir este grupo a un acto meramente entretenido. De la misma forma que una borrachera adolescente es entretenida. Aquella concepción no sólo es errónea sino bastante detestable, pero no me arrepiento. Debo admitir, que Vampire Weekend, dentro de toda su perfecta anomalía, saben perfectamente lo que están haciendo. Y conocen de lleno la experiencia, casi espiritual, que tratan de transmitir.
Ezra Koening enfatiza esa versión del hombre donde la humildad de su condición y su forma de transformar el mundo a través de pequeñas cosas lo individualizan hasta el punto en el cual, su sola voz expresa mucho más que otros vanos intentos por resolver paradojas existenciales a las que nos haremos caso aquí. Hombre moderno, reconocido individuo convencional, pero de igual forma docto, en un lenguaje que podríamos atribuir a una especie de profeta cotidiano. (La imagen resulta más digerible sin pensamos en aquellos amigos que siempre nos contaron las cosas que deseábamos escuchar, generalmente sin saberlo). “Ya Hey” es, este sentido, la pieza más emblemática del álbum. Líricamente, nos muestra un Ezra dispuesto a convocar un enfrentamiento directo con la irregular figura de un Dios. Acto realizado desde una condición meramente humana dentro del vaivén que ofrece el tejido urbano y su relación con una entidad superior, que todo lo controla, que todo lo ve, pero que realmente nunca hace nada al respecto. Ezra lanza entonces una pregunta directa hacia tal entidad: “¿quién podría vivir así?”. De la misma forma, la música de “Ya Hey” enfatiza el talento de Rostam Batmanglij como músico total. Los detalles de cada arreglo, a veces caprichosos, se acomodan en partituras escritas, evidentemente con un espíritu infantil. Cuando Batmanglij utiliza el estudio como campo de juegos, nos recuerda la misma diversión que hizo de Vampire Weekend y Contra, álbumes amenos y ocurrentes. “Don’t Lie”, por ejemplo, es una experiencia amplificada por la enorme categoría de las cuerdas que la acompañan, y la educada sección rítmica de Chris Baio y Chris Tomson.
Modern… ocurre entre estos dos planos: la educación e increíble sincronía de los dos Chris, y el desafío en escritura tanto de Ezra como de Rostam. Dándonos como resultado final, el álbum de mayor coherencia e inteligencia hecho por Vampire Weekend. No sólo son sus ritmos, a veces complacientes, a veces sumamente desafiantes –”Hudson”–, o sus melodías siempre encantadoras, que recuerdan a otros grandes melodistas como The Beach Boys, The Zombies, e incluso The Fall; sino que en la conjunción final de estos factores nos encontramos con un universo armónico al que podemos definir como propio de Vampire Weekend. Universo encantado por la fantasmagoría de aquél que habita tan sólo una ciudad desolada; pero que al mismo tiempo la mira con esperanza e incansable felicidad. No por casualidad los dos videos promocionales que el álbum tiene hasta ahora, nos muestran imágenes de New York, intervenidas por las letras de Ezra. El individuo ha conquistado, derrotado, el imaginario de la ciudad, y con ello, la imagen de aquel que bien podría intervenir, pero prefiere no hacerlo.
En un álbum lleno de tan buenas canciones, sería difícil resaltar una por encima de otra, pero me atreveré a hablar en particular de “Step”, la tercera pista del disco, una canción que sugiere la hermosa experiencia de la ciudad enclaustrada por la forma de la música que la acompaña. La metáfora es tan clara como lo eran aquellas de The Beatles: la chica de la cual nos habla, es la música. Esa entidad que toda nuestra vida excluye porque finalmente, todos estamos muriendo. Sin embargo ella permanece joven, imponente ante nuestra necesidad por protegerla –en algún punto, el mismo Ezra, admite que él no está capacitado para esa tarea, ciertamente, la música no lo necesita, ni a él, ni a nosotros, en última instancia no necesita de algún Dios o humano que vele por ella.
“Step” deja, entonces, una filosofía propia para el grupo. Pensamiento que adquiere dimensiones especiales cuando entendemos el disco como realmente es: la experiencia sublime de la ciudad, el desencanto de saber que “hemos ido muriendo uno por uno”, pero la música –léase “ella”– permanece ahí, majestuosa, cerca de nuestros huesos y corazones; otorgándole a todo, una bondad precisa de sus limitaciones. Recordándonos en cada compás la maravillosa experiencia de escuchar un álbum mientras caminamos por una entidad que nos devora. La experiencia se torna aún más grata, si el álbum que nos acompaña es uno tan emotivo y cálido como éste. Altamente recomendable.
Vampire Weekend /// Ya Hey
Vampire Weekend /// Step
:3
Gracias(:
Es lo mas hermoso y perfecto que he escuchado es una forma de verlo tan inmenserable, simplemente grandes muy Grandes VAMPIRE WEEKEND
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