Por: Ernesto Acosta Sandoval (@admiralhalsey_)
Check my machine: McCartney II, o el escape creativo de un genio
McCartney II es un disco que definitivamente parte en dos la carrera de su creador. No es un álbum fácil, ni es un álbum complaciente (cosa de la que siempre acusaron, y siguen acusando, a Paul McCartney). Es el ex Beatle tomando las riendas de su destino. Es, apenas, su segundo (o tercero si tomamos en cuenta RAM, aunque en realidad ese es una colaboración con Linda) disco solista en diez años. ¿Qué llevó a Paul hacer McCartney II? La desesperación, creo yo. Para 1980 habían pasado casi 18 años de locura ininterrumpida. Ser la estrella Pop más grande de la historia, el compositor de varias de las canciones claves para entender todo lo que sucedía en la escena, formar parte de dos de las bandas más populares del siglo XX, una relación artística primero inquebrantable, luego abollada por resentimientos y ataques personales destructivos a más no poder, un arresto por posesión de mariguana en tierras lejanas y una estadía de diez días en prisión, más el asesinato de tu alma gemela hace que algo se quiebre dentro de ti.
¿Qué hizo Paul? Se encerró en su granja de Escocia y se puso a apretar botones y experimentar en eso que apenas se comenzaba a formar como lo que ahora conocemos como música electrónica. McCartney II es lo opuesto a McCartney de 1970. Mientras el primero es, también, Paul enclaustrándose en su granja, pero sólo con su guitarra acústica y su piano, aquí es él y un sintetizador y que salga lo que tenga que salir. Y eso que salió suena al artista encerrándose en una habitación con Kraftwerk a ver qué le tiene qué ofrecer el grupo alemán.
McCartney II es lo opuesto a la obra solista de cualquiera de sus ex compañeros. Mientras en Nueva York, grababan melodías tersas y acarameladas tipo “Beautiful Boy”, en Escocia, Paul atascaba las bocinas y amplificadores con “Temporary Secretary”. Bastante espeso para el “Beatle suave”. Incluso dos canciones en apariencia inocuas como “Waterfalls” y “Summer’s Day Song” suenan altamente inexplicables para alguien a quien siempre se descalificó por ser demasiado amable. Aunque no debería sorprender, a Paul siempre le picó la hormiguita de la experimentación Hardcore. ¿Qué hubiera sido del Álbum Blanco sin “Helter Skelter”? A pesar de eso, McCartney II sorprende. Sorprende porque es un grito desesperado, es una salida creativa, quizá la primera que el zurdo tuvo en mucho tiempo. Quizá sorprende, también, porque Paul nunca pensó en lanzar las grabaciones que hizo en esas confusas semanas de 1979-1980. Si esto es lo que él consideraba descartable, ¿qué es lo que no nos estará enseñando desde quién sabe cuándo? Y no deja de ser asombroso que estas 11 canciones son el trabajo de un solo hombre, sin ayuda de absolutamente nadie y, sin embargo, se sienten como el trabajo de una banda perfectamente armada y cohesionada, como en “Coming Up”, “On The Way” o “Darkroom”.
Como ya dije, es un parteaguas en la carrera de Paul McCartney por el hecho de que tardaría cerca de 20 años en armar algo parecido y en darle la misma importancia (con su proyecto The Firemen y con esa cosa rarísima que es Twin Freaks). Es un parteaguas porque es la pausa en una carrera frenética. La pausa que hay que hacer para preguntarse qué está pasando y hacia donde ir cuando se ha cambiado el curso de la música incontables veces.
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