Por: Ernesto Acosta Sandoval (@erniesandoval_)
Are you hoping for a miracle?: Silent Alarm de Bloc Party, a 10 años.
Ah, la prensa especializada en música en el Reino Unido. Tan amante de crear mitos para luego sumirlos en el peor de los olvidos. Tan deseosa siempre del siguiente Sgt Pepper’s Lonely Heats Club Band, o del siguiente Led Zeppelin IV, o del siguiente Unknown Pleasures, o del siguiente Never Mind The Bollocks Here’s The Sex Pistols, o del siguiente Mejor Álbum de Todos los Tiempos sin importar quién lo hace o si el resultado en realidad está a la altura de las expectativas. Son despiadados, pero nosotros, el público consumidor de música Pop, amamos esa clase de categorizaciones. Por eso cuando aparece un álbum como Silent Alarm nos emocionamos. ¿Es ese el álbum que vendrá a darnos lo que esperamos? ¿O será que debemos acercarnos con la cautela que dice Dan Le Sac en su canción “Thou Shalt Always Kill”? ¿Son sólo una banda como la que sea que aparezca en la portada de la siguiente semana de la NME? Quizá Bloc Party alcanzó a ver esa historia y no quiso repetirla. Tal vez ahí radica el filo del debut de la banda londinense. A lo mejor lo que Kele Okereke y compañía quisieron hacer desde el principio es salir del paso de tener que cargar con esa enorme responsabilidad y por eso vertieron todo lo que sabían de cómo hacer un álbum con todas sus letras en su primer esfuerzo.
Pocas bandas me vienen a la mente al momento de hablar de un debut tan cohesionado y tan claro en lo que está proponiendo. Por poner un ejemplo, lo que los Manic Street Preachers hicieron en The Holy Bible, su tercer disco, Bloc Party ya lo hizo en sus primeros pasos. Esa fuerza propositiva, esas letras oscuras y esa desesperación que sólo dan años de fermentación, en Silent Alarm ya queda de manifiesto. Pero, no hay que irnos con la finta, esto es un arma de doble filo que fácilmente puede volverse en contra de su creador. Silent Alarm es un álbum “Frankenstein” en más de un sentido. Está armado de un collage de géneros, maneras de cantar, ritmos (R&B, Dance Punk, Post Punk, Hip Hop, Funk) y como la creación del doctor de la novela de Mary Shelley se le rebeló a sus perpetradores. Nadie puede salir bien librado luego de entregar algo así de hermoso y complejo. Bloc Party, gracias a este disco, brilló con un fulgor tan incandescente que pronto se apagó.
Fueron la envidia de muchos con canciones como “Banquet“, “Helicopter”, “Positive Tension”, “Price of Gasoline”, “She’s Hearing Voices”, todas ellas con esa extraña y difícil forma de encontrar mezcla de invitación a moverse como loquitos pero con letras que cuestionaban el estado del mundo actual. Fueron tan maduros siendo tan jóvenes que no lograron atrapar la fuerza para seguirla encausando. Y eso, en una escena musical como a la que pertenecen, es un error fatal e imperdonable.
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