RPM: 50 años de A Love Supreme de John Coltrane

February 26, 2015

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Por Ernesto Acosta Sandoval (@erniesandoval_)

 A spiritual awakening: 50 años de A Love Supreme de John Coltrane

John Coltrane no era un prodigio”, escribe Ashley Kahn, “fue alguien que trabajó muy, muy, muy duro su oficio, y nos mostró al público y a los músicos que todo es posible”. En los 34 minutos que dura A Love Supreme muestra los alcances que el Jazz podía tener en 1965. Lleva la batuta en este renacer espiritual sónico y la urgencia de comunicar el mensaje de un ser superior, aunque se niega a establecer y determinar quién era esa entidad a la que el álbum está dedicado. Ahí radica su grandeza. Coltrane no intenta predicar ni convertir a nadie, para el saxofonista no existía UN dios. Dios está en cada uno de nosotros, es lo que parece decir en esta épica sinfonía y con nuestro oficio lo podemos sacar y lo podemos proyectar. A Love Supreme es de esas raras, rarísimas, piezas de arte en donde se juntan técnica y mensaje sin que una rebase al otro.

Desde el “Acknowledgement”, que precisamente es eso: un reconocimiento de humildad, de saber que se está frente a una presencia más grande e inexplicable que uno mismo, y es, además, la prueba de que el Dios que le habla al músico es mucho más complejo que la representación unívoca y dogmática a la que estamos acostumbrados, basta escuchar el mantra con el que termina el tema para darnos cuenta de esto; la “Resolution”, entregarse incondicionalmente a la grandeza que ya se esbozaba en la sección anterior del álbum; y finalmente el “Pursuit/Psalm” (que ocupa todo el lado B del LP original), la inacabable búsqueda de más respuestas que pueden provenir de adentro y que nos regresa al tema principal del álbum, y en la cual Coltrane deja que sus compañeros tomen la batuta en un solo de batería al inicio y un solo de bajo al final como para decir al escucha: “Aquí todos tenemos algo que decir”.

La influencia de A Love Supreme sobrepasó los círculos del Jazz y de la música en general y se internó en terrenos más profundos de la mente y el accionar de quien lo escuchaba, al grado que gracias al álbum se fundó la Iglesia de San Coltrane que eleva al artista al nivel de un testigo presencial de Dios, fundamento suficiente para considerarlo un santo dentro de los parámetros de los fundadores de la iglesia Franzo King y su esposa Marina.

Coltrane no es un predicador ni un mensajero de ese Dios que encontró en 1957 y que finalmente lo llevaría a crear este álbum. En A Love Supreme, Coltrane sólo busca compartir la alegría que le produce estar vivo y guiarnos para que lo acompañemos a un estado de éxtasis y gozo absoluto: una tarea nada fácil para ningún músico pero que ya con que exista esa intención el viaje por el que nos lleva vale la pena.

Post escrito por: Ernesto Acosta

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