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25 años de Post
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
Nellee Hooper en las liner notes para el Debut de Björk escribe que somos muy afortunados en contar con la voz de la islandesa. Es raro que un productor invada el espacio personal de un artista que representa el librillo que acompaña al CD en cuestión y le dedique aunque sean cuatro líneas. Pero también es raro e inusual un talento como el de Björk Gundsmondóttir. Actualmente, me atrevo a decir, ya la damos por sentado. Siempre que la prensa especializada anuncia algún nuevo proyecto en el que se embarca, la reacción tiende a ser: “¿Y ahora qué hizo?”. Rara vez, eso sí, nos deja indiferentes. Björk, desde 1993, ha expandido los límites de la música Pop y nunca ha entregado un álbum, o un proyecto, que le juegue a la segura. Ya desde 1995, cuando lanzó Post, luego del exitosísimo Debut, nadie sabía qué iba a hacer. Y es que Debut, Post, Homogenic, Vespertine, Selmasongs, Medúlla, Volta, Biophillia y, este año, Vulnicura se han dedicado a no pertenecer a absolutamente nada de lo que sea que se esté haciendo en el momento. 1995 estaba saturado por guitarras en ambos lados del Atlántico. Mientras los ingleses intentaban rescatar las influencias de los últimos treinta años que los habían llevado hasta donde estaban, y los americanos seguían exprimiendo la vaca del Grunge, ya fueran Blur, Oasis, Radiohead, Pearl Jam, Soundgarden, o incluso las puntas de lanza del Trip-Hop como Massive Attack o Portishead, Post en verdad no tenía nada que ver con nada.
Post es un amasijo de géneros, no quiero decir influencias, que va más allá de lo explicable con palabras, y aun así intentaré irme paso a paso. Hay Pop sinfónico (“Isobel”), algo similar al Trip-Hop (“Headphones”, “Possibly Maybe”), Techno (“Enjoy”, “The Modern Things”), Big Band (“It’s Oh So Quiet”) y ya inspirada hasta Salsa (“I Miss You”). Pero, siendo honesto, también es un poco inútil hacer recuento de “a qué suena” cada canción, cuando lo que Björk hizo y siempre ha hecho es no buscar esa salida fácil. Un caso concreto es que, hoy, a 20 años, no es sencillo empezar a intentar describir la belleza inagotable que está a la vista en una canción como “Hyper-Ballad”, que se sostiene como la muestra definitiva de una ternura y al mismo tiempo un enorme poder que la cantante ya no teme proyectar.
En Debut, Björk aun sonaba titubeante e intentando quedarse en un terreno más o menos seguro. En ese primer disco sí hay experimentación, no digo que no, pero es más el descubrimiento gradual de sus poderes después de los años que pasó con los Sugarcubes. Post es la inmersión completa en el futuro que tendría por delante. Es la conjunción de un tono de voz único con la imaginación volando por toda la habitación. Post es todo esa explosión de creatividad contenida en un hermoso empaque de cuarenta y seis minutos que se desborda por todos lados una vez que uno presiona play en el reproductor.
Sí, como bien dijo Nellee Hooper, somos afortunados de tener la voz de Björk, pero también somos afortunados de compartir el momento en el que alguien como ella está viva y en un constante pico creativo que parece no decrecer jamás. Somos afortunados de que existan seres humanos que no temen quedar limitados por modas o por el sonido determinado de una época. Somos afortunados de poder contarles a nuestros descendientes sobre esta incansable fuerza de la naturaleza llamada Björk.
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