Evan Dando
Has A Shadow
Por Stephanie Rosales @Phananarama
Fotos Manuel Castillo @MrCastleManu
Habría que hacer memoria y tratar de recordar cuáles han sido los conciertos más extraños y hasta algún punto incómodos que nos ha tocado ver, tal vez Ariel Pink en el Teatro Fru Fru donde la locura le invadió al músico o, tal vez, aquel debut de Camera Obscura en México donde Tracyanne Campbell se la pasó regañando a toda la banda durante su presentación o recientemente el show de Ryan Adams en El Plaza Condesa que fue más bien una batalla contra la audiencia, pero el caso de Evan Dando el pasado viernes será un momento en que los pocos que estuvimos presentes nos encargaremos de volver “legendario” por la extraña naturaleza del concierto.
Primero, el concierto se retrasó prácticamente una hora seguramente porque a la hora marcada para el inicio de los jaliscienses Has A Shadow había apenas un puñado de gente, y aunque el dueto de Psych Rock pueda salir de gira al lado de L.A. Witch y Lorelle Meets The Obsolete presentándose en lugares como el Milwaukee Psych Fest y el Levitation en Austin, TX, su presencia en el concierto a muchos prácticamente los dejó confundidos al ser los únicos fuera (sino es que lejos) del formato acústico que predominó en la velada en que de último momento también se sumó Claudio Valenzuela, vocalista de Lucybell en medio de una gira solista que a nadie le queda del todo claro como fue a terminar ahí.
Llegadas las once de la noche y aunque se suponía seguiría el ex-Sad Breakfast y ahora icono del Folk Rock Alternativo nacional, Kill Aniston, la abrupta presencia del mismísimo y legendario Evan Dando sobre la tarima fue notificación de que, al menos para él, el programa seguiría puntual y la espera de varios terminaría sin mucho preámbulo ya que sin saludar, agradecer o siquiera sentarse, tomó su guitarra acústica y comenzó de corrido lo que serían los cuarenta minutos más emotivos pero extraños que hemos visto en mucho tiempo.
El vocalista de The Lemonheads tiene mucha fama detrás de sí, ya que en algún momento portada de revistas y referencia de una época musical al nivel que Pixies o Dinosaur Jr podrían serlo, parte de su fama va también a su conflictiva y autodestructiva personalidad que lo han vuelto un ermitaño y persona semioculta que parece le importa poco volver a las grandes marquesinas, y así como así, comenzó con el clásico “Being Around” de Come On Feel The Lemonheads, y sin oportunidad de aplaudir, cantar o siquiera pestañear, le siguió “Tenderfoot” que grabara con Smudge pero también apareciera en Car Button Cloth, y rematar con dos temas del álbum It’s a Shame About Ray: “My Drug Buddy” y “Hanna & Gabbi”.
Greñudo, fachoso y sin expresión alguna en el rostro, Evan parecía estar con la confianza de estar completamente solo en la habitación, deteniendo a veces el concierto sin previo aviso para desaparecer a tras bambalinas misteriosamente y regresar a retomar donde se quedó, así como beber de su vaso, recoger su capo y plumilla del piso y en ningún momento voltear a ver a la audiencia que permaneció callada como si de funeral se tratara, tal vez en respeto o tal vez en extrañeza, pero los gritos del puñado de presentes al escuchar de corrido “It’s a Shame About Ray” e “Into Your Arms” no le inmutó o siquiera cosquilleó, tocando canción tras canción más una extraña selección de covers que ofreció “Into Tomorrow” de Willie Mason y “Skulls” de Misfits.
Avanzaba el concierto y la sensación de que todo podría estallar en cualquier momento circulaba dentro del club ya que en medio de un balbuceo el cantante desapareció con un “Gracias, adiós” y la confusión reinó de nueva cuenta, sin gritos o aplausos sino un tétrico silencio que aún así permitió que el cantante que ya pudo inspirar más incertidumbre que un Daniel Johnston, regresara para cerrar con tres memorables piezas: “Outdoor Type” de Smudge, “Why Do You Do This To Yourself?” de su único álbum solista y “I’ll Be Here in the Morning” de Townes Van Zandt abandonando de modo definitivo el escenario sin mirar atrás como sí viviera en su propia dimensión y nada estuviera realmente sucediendo.
La noche siguió con Kill Aniston que aprovechó para expresar su igual confusión pero sensación de privilegio al compartir el escenario con el norteamericano, como sí de “regresar a la realidad” se tratara tras un momento en que el tiempo pudo detenerse por completo para escuchar la voz y guitarra de un icono que ha inspirado a personajes como Courtney Barnett, Frank Turner y el mismo Noel Gallagher gracias a la emotividad y calidad de sus letras, producto de una mente inquieta, sensible y por lo vivido, totalmente irregular.
Difícil de olvidar por muchas razones, y aunque muchos no se quedaran al resto de la noche (otros poco les pudo importar quienes fueron Lemonheads o Smudge), el concierto pasará a la historia como aquella extraña noche en que Evan Dando apareció de la nada y así como llegó se fue.