Snarky Puppy
Magda Banda
Por Diego Álvarez Rex
Fotos David Barajas @DavidDBarajas
Lo más difícil de escribir esta reseña ha sido el poder capturar en letras la euforia y vívida locura que encerró anoche el Lunario del Auditorio Nacional para el debut de Snarky Puppy en México, ya que -para quienes estuvieron presentes realmente se trató de uno para recordar para siempre- tanta energía e intensidad intercambiada entre audiencia y público no se había visto así en el Lunario y mucho menos en un show de Jazz Fusión.
Contextualizando que, tras doce años de carrera la banda por fin visitó México y la sala estuvo tan llena que había gente colgada de barandales y viendo desde las escaleras, el espacio posiblemente estuvo lleno de muchos estudiantes de música así como amantes de la misma en general, pero para cuando la banda hizo acto de presencia para primero fungir como músicos de la cantante invitada, Magda Giannikou, versátil cantante griega fichada el en sello del grupo GroundUp Music, los gritos por momento sobrepasaban la música de la cantante que en diversos idiomas y estilos repasó el Bossa Nova, la Chanson y el Swing cantando en portugués, francés y portugués en que, intercalando en sus bellas composiciones como “Vem Morena” y “Amour, t’es là?”, la acordeonista también regaló “Cucurrucucú Paloma” en claro español y ante una unánime ovación.
Tras un calentamiento de apenas seis canciones como apoyo de Magda, la banda salió y regresó al escenario para encender le letrero que leía “Snarky Puppy” tras de ellos y comenzar con lo que pareció una enorme pieza musical de casi dos horas que luchaba por ver quién transmitía más efusividad: sí los gritos del público o su majestuosidad musical; el ensamble de nueve músicos en tarima arrancó con dos piezas nuevas que de algún modo el público se las ingenió hasta para tararearlas y aplaudirlas sin perder ritmo o sincronía, y abrumados por la respuesta del público, el grupo representado por el bajista Michael League inmediatamente se mostró sorprendido y agradecido por semejante recepción, pasando a temas como “Flood”, “Binky” y “Shofukan” que en vivo adquieren un grosor apabullante en contraste a las grabaciones de estudio.
El concierto fue de proporciones épicas por muchas razones, pero hay una mención especial al ver como el grupo improvisaba en cada tema para jugar con su audiencia, acelerando o alentando piezas para conscientemente confundir pero al mismo tiempo sorprenderlos, haciendo señales al ingeniero en la consola para igualmente jugar con las luces, y ver como todos los personajes en escena sin siquiera sudar arremetían contra sus instrumentos sin búsqueda de exhibirse o demostrarse virtuosos, sino surfeando géneros en pieza y pieza para que sin que uno lo notara pasara del Jazz al Rock Alternativo y luego del Funk al Pop sin parpadear.
El público jugó papel importante de igual manera al entregarse y dejarse llevar por el poder la música sin grabarlo en su celular, platicar embriagados o mirar en cualquier otra dirección, la atención al momento musical era total y se llegó a ese clímax que en los conciertos hoy día ya es raro de ver audiencia y banda como uno solo, por lo que para el cierre con “Quarter Master” (que además tuvo al trompetista de Mumford & Sons de invitado ya que coincidieron en la ciudad) fue una gran explosión que acabó con todo. Fue un volcán que por fin hizo erupción y dejó todo a su alrededor en llamas que aún así pedía más, pero aunque de aquí bajen al sur del continente, seguramente los veremos más seguido tras este implacable debut.