Hear me ringin’ big bell tolls:
45 años de Sticky Fingers de los Rolling Stones
Por Ernesto Acosta Sandoval (@erniesandoval_)
Como que a los Rolling Stones les pegó fuerte en el ego el lanzamiento de Their Satanic Majesties Request en 1967. Por andarse subiendo a la ola psicodélica del momento se alejaron de lo que mejor saben hacer y no se lo perdonaron tan fácil. ¿Qué hicieron? Lanzaron cuatro álbumes entre 1968 y 1972 prácticamente perfectos: Beggars Banquet, Let It Bleed, Sticky Fingers y Exile On Main Street. Así, al hilo y de corrido. Cuatro obras cumbres que los vieron regresar a los orígenes del Rocanrol y demostrar las capacidades de ejecución de cada uno de sus integrantes y, encima, terminarlos de posicionar como “La Banda de Rocanrol Más Grande del Mundo”. El que hoy nos ocupa es el tercero. Para los Stones no se sintió el cambio de década como si lo hizo para la enorme mayoría de sus contemporáneos. Para el momento en el que lanzaron Sticky Fingers ya no había nadie que les hiciera sombra ni tenían competencia. No tenían que hacer complejos álbumes conceptuales ni recurrir a arreglos elaborados para plasmar lo que querían. Eran cinco hombres rindiendo homenaje a la música que los había hecho hacer música y al mismo tiempo entregando algo profundamente propio y original.
Reseña de Rolling Stones en el Foro Sol
Sticky Fingers suena grasoso, cochinote, peligroso y arriesgado. Suena a que si lo pones a todo volumen en la sala de tu departamento, incluso hoy a 45 años de su lanzamiento, los vecinos se van a quejar por el escándalo. Es un disco sexy y cachondo (desde la portada, vamos). Es decadente y nada glamoroso. Es una obra que exuda testosterona por todos sus poros. Guitarras musculosas, bajos palpitantes y todo suena como si las paredes se estuvieran derrumbando. Es, a final de cuentas, rocanrol como es en esencia: la perfecta mezcla de Blues, Country y R&B. Es bastante menos condescendiente que Beggars Banquet y ya no tiene los poquísimos momentos medio experimentales que se asomaron aun en Let It Bleed. Sticky Fingers es el álbum más Rocanrol que los Stones hicieron. Por si fuera poco trae, además, varias de las canciones más conocidas de la banda: “Brown Sugar”, “Wild Horses”, “Bitch”, “Can’t You Hear Me Knocking”. O sea, que encima de hacer lo que querían, la gente lo recibió con los brazos abiertos.
A los Rolling Stones, en 1971, no les interesaba inventar el futuro, ni estaban temerosos por lo que la nueva década traería consigo y Sticky Fingers es la prueba de que cuando sacaban un disco de Rocanrol todos se les cuadraban. A principios de los setenta, la cruda de la década anterior hacía que todos se preguntaran qué seguía. Mick Jagger, Keith Richards, Mick Taylor, Bill Wyman y Charlie Watts se doblaban de la risa desde la cima del mundo.
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