Foto Dani Canto
Foto Eric Pamies
Foto Xarlene
Foto Xarlene
Foto Dani Canto
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Más fuerte que las bombas
Por Arroz Amargo, corresponsal en Barcelona
Cada año que pasa me pregunto por qué sigo viniendo al Primavera; por qué lo hago si la mayoría de las bandas grandes me parecen decadentes y las pequeñas productos fabricados por los medios indies y el hype de la moda. Por qué sigo soportando las mareas de gente moviéndose desesperadamente por ver diez minutos de una banda y después salir corriendo a experimentar otros tres segundos del nuevo X. Hit tras hit, poniendo palomita a las bandas indicadas como las que hay que ver. Y no es que crea que Radiohead o que Sigur Ròs son malos, o que no entienda lo histórico de Brian Wilson o Dinosaur Jr., pero como bien apunta Hidalgo en El País (y ojo, que me molesta estar de acuerdo con él) la capitalización de la música como un producto más casi desechable ha opacado a ese otro Primavera, el que ha estado desde el comienzo y que se preocupa por combinar lo importante con lo diverso. Que ve la música, claro como negocio, pero también como una posibilidad de diálogo. Como cada año ese pequeño espacio para la música como música y no como fondo para la fiesta me ha hecho disfrutar de algunos de los mejores momentos que he vivido en el Forum. Sin embargo me produce una melancolía ver como cada día esta oferta se reduce y se pone el peso en llenar los escenarios de turistas que propone una identidad al festival, un poco una copia de lo que la pasa a la propia ciudad. Son los tiempos modernos.
Como el día anterior el Auditori se volvió la central de mis actividades, tres conciertos en fila curados por David Tibet. Tres pedazos de maestría que expandieron la música a otras dimensiones. La primera fue la hermosa Baby Dee con su grandiosa voz y su histrionismo de cabaret que llenó cada rincón con una suave y honesta interpretación. No fue lo apoteósico que esperaba pero la ternura que desprende hace creer que el mundo, a pesar de todo, es bello y lleno de esperanza. A continuación Six Organ of Admittance navego de la mano de un solitario Ben Chasny en la serenidad de su Folk eléctrico como un viaje suave por el desierto, podría parecer plano pero en esa sencillez fue conmovedor. Aún con la necesidad de respirar hondo salí por un instante para ver a Boredoms que me despedazó por completo. Por primera vez en todo el festival tuve que usar tapones para los oídos debido al volumen que alcanzaban, literalmente la piel me tembló. Los japoneses han acumulado 30 años de agresividad y arte que florece como una bola mística o un remolino metálico.
De vuelta al Auditori, tuve la fortuna de ver algo que lo que diga aquí no será suficiente para describir. Angel Witch son una cátedra magistral de música. No son ni virtuosos, ni mágicos, ni siquiera populares. Pero el heavy metal puro que hacen es tan perfecto que el sonido del sitio sólo sirvió para demostrar porque el metal nunca morirá. Abrieron con “Gorgon” y ahí me perdí, rápidos y contundentes como si el concierto fuera un examen para demostrar el porqué estaban ahí entre indies y modernos. Kevin Heybourne y compañía dejaron claro y con creces que es muy difícil hacerlo mejor. Al cerrar con “Angel Witch” sólo me quedó un dolor de cuello que me durará semanas y un sonrisa que tengo incluso al escribir esto.
Decidí mal. Me pudo más la esperanza del sol que celebrar a Current 93 que dicen fue magnifico o ver a Drive Like Jehu. Hice la caminata de la muerte para llegar a Brian Wilson tocando el Pet Sounds (checa nuestro RMP al respecto en este enlace). El inventor de dadrock (Riwes dix it) lo hizo bien porque no se puede hacerlo mal con esos portentos de canciones. El disco es perfecto sólo falta tener buenos músicos interpretarlo correcto y todos quedan bien servidos. Así fue como pasó. Un sol hermoso de fondo éxitos inevitables y un final de hits de Universal Stereo. Todos contentos pero nada fabuloso.
Yo estaba ahí para PJ Harvey así que me quedé en el mismo escenario una hora escuchando, torturándome, a lo lejos con Deerhunter. Pero valió la pena. Aunque ya no es la misma, tal vez los años la han emblandecido, aún mantiene ese directo que conecta con cualquiera. Acompañada de una banda de ilustres presentó The Hope Six Demolition Project de una forma remarcable con un fondo que parecía un waffle inmenso, detalles nada más. Un concierto impecable con una versión de “To Bring You My Love” que le dio el triunfo rotundo del festival. Nadie como ella. Será que en disco ya no tiene fuerza, será que ahora mira hacía la política; pero cuando está en el escenario nadie puede negar que es de las cantantes más grandes que han pasado por este festival y me atrevo a decir que por este mundo.
Después de Polly Jean nada puede ser igual, nada fue mejor. Pero sí que hubo diversión para regalar. Action Bronson nos recordó que el hip hop puede ser una fiesta de humor, ironía y diversión sin necesidad de ir más allá: nada de pretensiones, pura tradición. Moderat tocaba muy lejos y las piernas ya estaban en las últimas así que me fui a ver a Unsane. Por alguna razón había olvidado que estaban pero al verlos me acordé porque era fan. Potencia Post-Hardcore sin ínfulas: old School que divierte a los iniciados en sus huestes. Ya ahí, con un poco de sudor, me quedé para Ho99o9 de quienes tenía unas expectativas muy altas y las cumplieron de sobremanera. El trío salió sin piedad, Dark-Hip Hop-Harcore-Noise así. Todo eso y más. Fue el único momento donde el slam tuvo poder, mujeres y hombres bailando mientras los vocalistas bajaban para rodearse de la intensidad que corría entre escenario y gente. El cierra no tuvo desperdicio, un homenaje y muestra de respeto a Bad Brains interpretando un cover impresionante de “Attitude” . El perfecto final para el festival. Pero no lo fue. Me quedé para cerrar como se debe, al ritmo de Islam Chipsy & EEK que fue en pocas palabras la pura diversión. Mientras caminaba a la salida Dj Coco sonaba tan viejuno que mejor no recordarlo.
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