Take me out tonight:
30 años de The Queen Is Dead de The Smiths
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval
En su Autobiography, Morrissey dice que la música que creaban los otros tres Smiths era un lienzo en blanco en el cual él podía lanzar brochazos libremente y convertirlos en las letras que le vinieran a la cabeza. Me parece que ninguna aseveración define la música del cuarteto de Manchester mejor que lo dicho por el cantante. Los Smiths fueron, como es bien sabido, un chispazo que se apagó rápidamente, fuera por lo volátil de las personalidades de los miembros del grupo, por los malos manejos administrativos, o por la razón que fuere. The Queen Is Dead es el momento más brillante de esa llama. Su tercer álbum de estudio en apenas tres años de carrera los encontró en la cima de su creatividad, en ese pináculo que muy pocos artistas alcanzan.
¿Qué es lo que lo hace tan relevante y tan grande a treinta años de distancia? La respuesta puede parecer tan elusiva como el lienzo blanco imaginario con brochazos del que habla Morrissey. Como la buena música Pop, como todos los grandes álbumes de la historia, cada persona tiene su propia interpretación y su propia manera en la que fue marcada por las canciones contenidas. Y, creo, que justo ese es el truco con The Queen Is Dead. Es un álbum tan personal que se vuelve universal, y viceversa. Es un todo orgánico que respira y que muerde. Es de esos pocos casos en los que los sencillos están integrados al discurso completo y ninguna canción sobresale por encima de las otras. Cada parte es fundamental para poder tener la experiencia estética completa.
The Queen Is Dead, además, rompe con la imagen que se tiene de los Smiths de ser una banda triste, que se regodea en la melancolía. The Queen Is Dead es un álbum divertido en su mayor parte, eso sí, muy a la manera de Morrissey. Sí, está “I Know It’s Over” con una letra devastadora, pero en su curva final abre las cortinas para que entre el sol. Morrissey se burla de lo rancio de la monarquía en la canción titular, celebra a sus héroes literarios en “Cemetry Gates”, ataca a la industria musical con todo lo que tiene en “Frankly, Mr Shankly”, y le entra al absurdo y la simpleza lírica (con grandes resultados) en “Some Girls Are Bigger Than Others”. Mientras tanto, Johnny Marr lanza sus mejores ganchos y está en su mejor momento como guitarrista. Mike Joyce y Andy Rourke hacen una labor discreta pero efectiva como la base en la que todo está cimentado. Todo aquí funciona como una maquinaria perfectamente armoniosa y aceitada.
Con The Queen Is Dead, los Smiths finalmente pasaron de ser una curiosidad Post Punk a convertirse en la banda más grande de su generación y hacer el gran statement de lo que era ser joven y británico en plena mitad de la década más oscura que tuvo el Reino Unido durante la segunda mitad del siglo XX. The Queen Is Dead es el lienzo terminado que le exige a quien se enfrenta a él que tome parte y lo complete con su propia interpretación para que todo cobre sentido.