Thoughts arrive like butterflies:
30 años de Ten de Pearl Jam
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
Ten es de esas afortunadas coincidencias que surgen de desastres personales. Es más, no sólo Ten, Pearl Jam como banda es una serie de coincidencias que de otra manera no pudieron haber existido. Como bien se sabe, el grupo se formó de las cenizas de Mother Love Bone y de retazos de Temple Of The Dog en un momento en el que Seattle estaba empezando a perfilarse como el semillero al cual voltear a principios de los noventas. Ten carga con la muerte, la depresión y la ansiedad de los miembros de la banda, y sin embargo, es un triunfo absoluto en todos los frentes. Según Jeff Ament, el ambiente de la grabación del álbum era más como un “a ver qué sale” que algo calculado. Quizá en esa inmediatez (las sesiones no duraron más de un mes) y en esa falta de ambición radica el secreto tanto del disco como de la banda. Cinco hombres expiando el dolor y amplificándolo a todo lo que pueden. Pero en particular esa voz. Eddie Vedder tiene el poder de detenerte y ponerte a pensar que aunque tu vida haya sido problemática (por decir lo menos) se puede gritar a los cuatro vientos que sigues vivo. La urgencia con la que tocan parece indicarnos esto.
Ten, a 30 años no suena tan actual, incluso hay una pesadumbre y una parsimonia en su ejecución, pero es a propósito. El disco, antes de que nos pongamos a decir que definió un género, no quería sonar innovador. Musicalmente está emparentado con Led Zeppelin, Cheap Trick, Blue Oyster Cult y una enorme cantidad de bandas de Hard Rock setentero. Pero te les cuadras y te derrumbas al primer: “Son, she said, have I got a little story for you”. Hay malabares musicales por parte de los cuatro instrumentistas que recuerdan a una época en la que el Rock americano empezaba a llenar arenas. Esto que escuchas es más grande que la vida. Las letras se complementan con la música a la perfección en ese sentido. Esto es primigenio Rock duro. Y nadie estaba listo para recibirlo. No sería hasta un año después de su lanzamiento que comenzaría a despegar y Pearl Jam a convertirse en un referente del sonido “alternativo”. Los premios comenzarían a caer hasta dos años después. Pero, insisto, todo tiene sentido cuando recordamos que a Pearl Jam no le interesaba -tanto- figurar en ninguna lista. Es fácil imaginarlos viendo el lanzamiento del álbum y no importarles mucho lo que estaba sucediendo con él. Lo que les interesaba es que su voz se había hecho escuchar y habían limpiado sus almas de la mejor manera que podían: con guitarras.
Hoy, a 30 años, no queda ninguna duda de que Pearl Jam siguen en la cúspide a la que nunca quisieron o intentaron llegar. Y eso hace que Ten esconda, detrás del masivo éxito que eventualmente significaría, una belleza aturdidora y atronadora.