I’ll sleep tomorrow and it won’t be long:
Loveless de My Bloody Valentine
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
Pitchfork publicó una lista con los 50 mejores discos de Shoegaze de la historia. En las primeras cinco posiciones están colocados los dos primeros álbumes de My Bloody Valentine, con el primer puesto ocupado por el segundo esfuerzo del grupo irlandés. Esta semana ese disco, Loveless, cumple 25 años. El género, como toda clasificación, puede resultar un poco resbaloso en un intento por definirlo. Aun así, es bastante más claro qué es el Shoegaze y más si partimos del disco que hoy nos compete para hacerlo.
Loveless, si uno no ha escuchado nunca a The Jesus & Mary Chain (por poner un ejemplo primigenio), puede resultar un trago difícil. Paredes de sonido, guitarra tras guitarra tras guitarra, la batería comienza a esconderse detrás del muro segundos después de que la aguja ha caído en el primer surco, la voz cantante de ensueño y con letras inescrutables. Pero, como sucede con Psychocandy de los escoceses, hay un elemento que hace que todo cuaje y amarre: las melodías. Loveless está lleno de referencias al Bubble-gum pop de los cincuenta y sesenta, como “When You Sleep”. Kevin Shields, el líder y guitarrista de My Bloody Valentine, deja en claro sus influencias desde el arranque con “Only Shallow”. También hay una deuda gigante con los Cocteau Twins y buena parte del catálogo de la 4AD de los ochenta, como demuestra “To Here Knows When” o “I Only Said”. Esto es el Shoegaze encapsulado en 49 minutos y 11 tracks. Si The Jesus & Mary Chain habían puesto las bases del género seis años antes, My Bloody Valentine lo refinó y dejó la vara muy alta para cualquiera que quisiera seguir sus pasos.
La entrada de la Pitchfork en el conteo que mencioné antes habla sobre la titánica labor que fue grabar el álbum: 19 estudios y cerca de 45 ingenieros de audio, lo cual refrenda la pasión con la que esta obra maestra indiscutible fue concebida y lanzada al mundo, casi dos años después de comenzados los trabajos en ella. Es una obra inabarcable e inmensa y al mismo tiempo proyecta la introspección y los paisajes sonoros que Shields trae consigo. Es un álbum cuya influencia llega hasta hoy y que dejaría exhaustos a sus perpetradores, quienes tardarían 23 años en regresar al estudio a grabar al sucesor de Loveless. Así como los dejó exhaustos a ellos, también deja exhausto a quien lo escucha. Los reto a ponerlo a un volumen razonable con un buen par de audífonos, y a ver si los oídos no se les quedan zumbando como si hubieran tenido a la banda en la sala de su casa.
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