I disappear in you:
30 años de Achtung Baby de U2
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
No me gusta U2. Aun no decido si de verdad no me gusta su música, o si sólo es su estatus de súper estrellas lo que me molesta. Y en el segundo apartado caben muchas más cosas que en el primero: muchas más razones para justificar mi desagrado. Su música, pensándolo bien, no me molesta tanto. Siempre he pensado, y esta es la mera opinión de alguien que no es ni remotamente fan de la banda, que su carrera está dividida en tres partes: la etapa pre-Joshua Tree, The Joshua Tree como una transición, la que va de Achtung Baby a Pop, y finalmente, la etapa que empezó con All That You Can’t Leave Behind. La primera etapa me parece inofensiva y medio sosa. Una banda de Dublín que se nutrió del Post Punk de la época y que empezó a construir su reputación con melodías pegajosas y ya, sólo eso. The Joshua Tree fue el puente que tendieron para convertirse en las súper estrellas que serían al final de los ochenta. Aquí vino la sobreexposición, los primeros hits de verdad, y Bono empezando a sentirse el mesías (parte de por lo que no me gusta U2 es por los speeches que se avienta entre canción y canción en Rattle And Hum).
Y lo que sucedió después es lo que sí me gusta. Por eso sé que no soy fan. Las únicas canciones que me gustan de ellos están contenidas en esa trilogía que fue de más a menos y que incluye al disco que hoy nos compete, al Zooropa y al Pop.
Achtung Baby me parece su obra maestra, simple y llanamente, y el único disco de ellos que tengo y puedo escuchar una y otra vez y encontrarle cosas nuevas cada vez. Me gusta porque aquí de verdad se arriesgaron y cambiaron la jugada por completo. Bono alcanza niveles únicos como vocalista con malabares que no había hecho antes (como en “One” o “Who’s Gonna Ride Your Wild Horses”), The Edge deja de lado los trucos que siempre repite en los discos anteriores y se sale de su zona de confort (como en “Mysterious Ways”, “Zoo Station” o “The Fly”) y Larry Mullen Jr. y Adam Clayton de verdad abrazaron un estilo más punk, más mecánico, más cercano al Krautrock o al sonido de Joy Division y entendieron su rol como base de la que, en ese entonces, ya era la banda más grande del planeta.
En Achtung Baby, U2 sí me emociona con el riff de “Until The End Of The World” y sí me conmueve con la ternura de “So Cruel”. Quizá se deba en gran parte a la producción del Brian Eno arriesgado y sin temor a nada que dirigió y llevó a buen fin a la trilogía de Berlín de Bowie, pero Achtung Baby es el disco de U2 que menos suena a U2. Señal de que estaban haciéndolo bien porque atreverse a dar un paso así puede costar carreras completas y sumir a bandas en el peor de los olvidos, pero no. La movida les significó llegar a donde no habían llegado antes y atrapar a gente que nunca los hubiera escuchado de haber seguido por el mismo camino.
En fin, no me gusta U2 excepto cuando no son U2.
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