No vuelvas a pedir más:
20 años de Fome de Los Tres
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
En 1997, cuando MTV Latinoamérica era un verdadera ventana para enterarse de lo que sonaba en otras latitudes del continente, yo tenía 13 años y unas ganas inmensas de tomar una guitarra eléctrica para poder sacar lo que todo púber trae dentro. En 1997, cada tarde, después de la escuela, prendía la televisión de la casa familiar, esperando que algo me sacara de mi rutina y me hiciera cuestionarme lo que creía saber hasta ese momento. De pronto, cuatro tipos aparecían aporreando sus instrumentos en cámara lenta en una azotea y yo me quedé boquiabierto. Por supuesto, en aquel entonces, yo estaba muy joven para entender lo que significaba el final de Soda Stereo y el hecho de que su último disco hubiera sido Sueño Stereo. Que Caifanes se hubieran convertido en Jaguares, y todo lo que llevó a ello, no lo capté hasta mucho después. El Rock latinoamericano me tenía un poco sin cuidado por aquellos años. Pero “Bolsa de Mareo” y Los Tres tocaron fibras sensibles en mí que hasta la fecha cada vez que escucho a Álvaro Henríquez decir con su voz grave: “Contrátame una gira por el sol…”, me erizan hasta el último pelo del cuerpo. Casi inmediatamente salí a conseguir el disco y mi búsqueda me llevó hasta El Péndulo de la Condesa en donde lo estaban vendiendo porque un par de meses después la banda se iba a presentar ahí. Compré tanto el disco como un boleto para el concierto. Intenté hacer que varios amigos me acompañaran al concierto, pero nadie se animó y terminé yendo solo. A mis 13 años, fue una de mis primeras experiencias en vivo y no pudo haber sido mejor. Un foro medio lleno, habremos sido unas 100 personas (quizá menos, pero a esa edad cualquier multitud se percibe mayor) y Los Tres tocando casi todo el disco que yo, para ese momento, ya me había memorizado. La mezcla de Rock puro y derecho, Rockabilly, Punk y Cabaret me voló la cabeza como me lo sigue haciendo 20 años después cada vez que lo escucho. Ese CD, que desgasté hasta tener que comprarle caja nueva al menos dos veces, se perdió entre mudanzas, préstamos y cambios. La copia que ahora tengo es la reedición en LP de la colección Latinoamérica en Vinil. Escucharlo, insisto, es volver a estar ahí, en el minúsculo foro de El Péndulo y es volver a sentir que también puedo tocar una guitarra y recrear esos acordes.
Henríquez considera a Fome la obra cumbre de Los Tres. Dice que encapsula un momento irrepetible por la relación entre la edad de la banda y las letras que estaban escribiendo. Se refiere a él como un álbum grabado y tocado con urgencia, pero sobre todo, rudo. Y sí. El sonido de Fome es desnudo y directo, se escucha lo que se tiene que escuchar y no más. Dos guitarras, un bajo y una batería en la mayoría de las 15 canciones que lo conforman y que suenan a como si la banda estuviera tocando en una cochera y tú estuvieras ahí con ellos. No hay grandes trucos de producción, ni efectos especiales. Hay una inmediatez y una honestidad admirables, con letras que van de lo divertido (“De Hacerse Se Va A Hacer”, “Jarabe Para La Tos”, “Silencio”, “La Torre De Babel”) a lo absurdo, pero melancólicas a más no poder (“Olor A Gas”, “Libreta” con sus reminiscencias stoner, “Me Arrendé”).
Para quien esto escribe, al menos en lo que dura Fome, Los Tres son la banda más grande de Latinoamérica haciendo lo que mejor saben hacer: ser un grupo inspirador, inventivo y original.
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