RPM: Turn On The Bright Lights de Interpol

The pavements are a mess:
Turn On The Bright Lights de Interpol

Por Ernesto Acosta Sandoval

Para mediados del 2002, el revival Punk y Post-Punk que había dominado el año anterior ya había explorado casi todas las ramificaciones de los movimientos originales de los que se nutrió. Parecía como si la fórmula se hubiera gastado quizá demasiado rápido. Sin embargo, un cuarteto neoyorquino se fue hacia el poco explotado lado más oscuro de la corriente original. Con su álbum debut, Interpol rescató y le dio nuevos bríos al gótico de Joy Division y del segundo The Cure. Las comparaciones no se hicieron esperar y la crítica los encumbró por el sonido atmosférico y al mismo tiempo claustrofóbico que imperaba en las once canciones de Turn On The Bright Lights. Y sí, la voz de Paul Banks inevitablemente remite a Ian Curtis y el bajo de Carlos D le debe muchísimo a Peter Hook, pero también hay un elemento que no debemos ignorar a 15 años del lanzamiento del álbum y que, quizá, los separa del resto de su generación: el momento histórico en el que estaban parados y que iba más allá de la música y que permeó la concepción y la creación de estos cincuenta minutos.

Si parte del estado de ánimo a finales de los setentas (la bancarrota en la que estaba sumida Nueva York, la eterna amenaza invisible de la Guerra Fría) fue lo que permitió el caldo de cultivo que daría como resultado al Punk primigenio y que luego contagiaría por sus propias razones al Londres de la época, para cuando Banks, Carlos D, Daniel Kessler y Samuel Fogarino se metieron al estudio, su ciudad natal estaba pasando por un momento traumático en el que apenas se alcanzaban a vislumbrar las consecuencias de lo que acababa de suceder. Lo sombrío, la paranoia, la furia, el miedo e incluso algo parecido a la esperanza están en canciones como “Untitled”, “Obstacle 1”, “NYC”, “Say Hello To The Angels”, “Hands Away” y “Stella Was A Diver And She Was Always Down”.

Turn On The Bright Lights es la muestra que de la tragedia y el sinsentido puede surgir algo catártico y terriblemente hermoso. Algo que inspire a miles de bandas a tomar sus instrumentos y continúen con su legado. Algo que, en medio de toda la oscuridad, provoque querer encender las luces brillantes.