Blonde Redhead
Rosk
Por Diego Álvarez Rex
Está ya demostrado que se necesita la iniciativa de quienes se han sumergido en la industria de la música por convicción y no por coincidencia, para que en nuestra ciudad y nuestro país grandes cosas puedan suceder. La gran mayoría siendo iniciativas de nicho totalmente independientes, empresas en forma de revistas, festivales, y salas de concierto han ido y venido pero solo algunos han sobrevivido a las inclemencias de existir en México: Indie Rocks! es una de ellas.
Desde el año pasado, ocasión donde celebraron una década de trabajo como medio impreso, dieron nacimiento a la #SemanaIR que dentro de su propio foro alberga de martes a sábado conciertos que muchos sabemos nadie más tomaría la iniciativa. Curiosamente para este año hubo algo así como un “pilón” (que dolorosamente inició en lunes) pero fue gracias a que la primer fecha, el esperado regreso de Blonde Redhead a la capital, fuera de localidades agotadas volviendo necesaria una segunda pero con un pequeño giro: la banda interpretaría en totalidad su quinto álbum Melody of a Certain Damaged Lemons.
Excusa suficiente para ver dos veces consecutivas a una banda que en otras ocasiones llenó dos noches el Teatro de la Ciudad o agotó localidades en El Plaza Condesa durante su parada anterior, ¿quién hubiera imaginado que una banda como esta fuera favorita en México? ¿por qué no congéneres de época y sello como Black Heart Procession, Girls Against Boys o Shellac? Es también esencial remarcar que la relación de la CDMX con esta banda neoyorquina es un extraño fenómeno producto de consecutivas visitas y conciertos de entrega absoluta, por lo que verles en esta ciudad es un festín por sí solo.
Con una sala cerca de estar a tope, el trío que ha pasado por Smells Like, Touch & Go, 4AD y actualmente se edita a sí mismo de manera autónoma, fue antecedido por la banda local Rosk cuyo sonido, actitud y prácticamente todo de si fue una enorme disruptiva con la melancolía y tristeza de la banda estelar y el disco que interpretarían, siendo por demás una banda digna de antro o comercial de automóvil, y de la que no vale la pena profundizar para evitar ofendidos.
Para cuando por fin los gemelos Pace y la silueta de Kazu Makino aparecieron, una brecha en el espacio-tiempo se abrió donde sumergidos por la melancolía y disonancia de un álbum clave en la carrera de esta banda, era inevitable desaparecer entre las guitarras, las luces y la intensidad que provenía de los parlantes. Muchos se saben este álbum de memoria y otros tienen sus temas favoritos pero lo que es cierto es que como un todo que solo en selectas ocasiones durante este año han estado ejecutando de principio a fin (exceptuando la extraña omisión del tema “A Cure”) es un coloso emocional de cuidado.
Verlos tan de cerca, al grado de poder interactuar con la banda hasta en tres idiomas diferentes haciéndoles carcajear y hasta saludar devuelta, en sí fue también otro gran regalo por parte de la Semana Indie Rocks!, un concierto para atesorar como una gema preciosa. Y es que tanto en sonido como en iluminación, la sala de conciertos se mostró a la altura para construir este momento donde canciones de hace más de 17 años renacieron con un grosor e ímpetu digno de colocar entre los mejores conciertos que ha visto ese foro en su historia.
No ha de ser fácil para músicos como estos revisitar trabajos pasados, especialmente cuando son testimonio de dolo y sufrimiento que pudo haber sido pasajero pero quedó inmortalizado de algún modo ¿Será que ellos mismos han aprendido a apagar esos infiernos, a dejar ir esos recuerdos y a sanar esas heridas? ¿Será que durante esas escogidas noches pueden encontrar la paz que en ese entonces no podían hallar? Bien podríamos estar sobreintelectualizando una banda recibiendo su paga por interpretar algo que seguro les daba igual, pero con Blonde Redhead es poco creíble que sea el caso. Escuchar los gritos de Kazu o los guitarrazos de Amadeo en “Loved Despite Great Faults” y “This Is Not”, más la desgarradora experiencia que es “For the Damaged” en directo, le hacen a uno revisitar esas canciones sumergiéndose y buscando redención y santuario de música no muy amigable. Toda una experiencia.
Tras el álbum mencionado, aparecieron un par de favoritos de Barragán, Misery is a Butterfly, una triada de su más reciente EP para recordar que no es una banda que viva de viejas glorias, y por supuesto el cierre con “23” para dejar satisfechos a los seguidores más pasivos. Un concierto redondo y muy especial, donde bien podríamos encontrar un significado aún mayor debido a la naturaleza de esta música, pero eso está en cada quien, en albergarlo en la memoria como un punto álgido o una noche más, pero sea como sea fue un inicio difícil de superar para esta semana en que Indie Rocks! nos hace parte de su fiesta. Gracias por eso.