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40 años de Heroes de David Bowie
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
Poco después de que David Bowie muriera, la BBC entrevistó a Toni Visconti con respecto al proceso de grabación de “Heroes”, la canción. En el video, el productor desmenuza la canción a lo largo de más de quince minutos. La rompe en pedazos y explica cada sección. La deconstruye para irla construyendo, instrumento por instrumento. Batería, bajo, guitarra, sintetizadores, todo va encajando como las piezas de un rompecabezas. Menciona que cuando la empezaron a grabar, no había título, ni letra, ni siquiera melodía. Toda la parte lírica de la canción llegó después. En el ínter, Robert Fripp se apareció por el estudio y se puso a jugar con su guitarra y su amplificador. Acercándose y alejándose, midiendo lo que la distorsión le pudiera dar. Visconti, fascinado, también lo grabó dejando para después lo que pudiera hacer con eso. Luego, a Bowie, recién salido de su fiebre por el Soul y el Funk, se le ocurrió meter una sección de metales pre-grabada en un sintetizador que había descubierto hacía poco. Ya inspirados, hasta el propio Visconti le entró, aporreando un carrete vacío de cinta, haciendo las veces de un cencerro. Al momento de grabar la voz, el productor notó que se le habían acabado las pistas y sólo le quedaba una disponible. ¿Su solución? Distribuir tres micrófonos por el estudio, para que la voz de Bowie se potenciara durante el clímax de la canción. Todo esto suena a un atasque absoluto que, en manos de cualquier otra persona, sería un desastre total. A algo sin pies ni cabeza y a que sería un dolor de cabeza lograr sacar algo de estas sesiones. Pero Toni Visconti y David Bowie no eran personas normales, ni de este mundo, en 1977.
Y eso es sólo una canción. Quizá la canción central del segundo álbum de la trilogía de Berlín. Heroes, el álbum, fue grabado casi al mismo tiempo que Low, y que The Idiot y Lust For Life de Iggy Pop. Como es claro, fue un periodo particularmente fértil en la carrera de Bowie que le dio no sólo para revolucionar su carrera, sino la de su amigo. “Heroes”, además, y a pesar del espacio de tiempo en el que fue concebido, lo encuentra un poco más optimista y vivaracho. El concepto de su álbum anterior rige también a éste. Un álbum dividido, como reflejo de la ciudad que lo vio nacer, pero, acaso más luminoso, menos oscuro, con los traumas de los años anteriores más trabajados. “The Beauty And The Beast” y “Joe The Lion” suenan hasta juguetonas. Las influencias están más canalizadas y más trabajadas. Mientras en Low, el lado B, el instrumental, suena a Bowie jugando a ser Kraftwerk, aquí, algo como “V-2 Schneider” o “Neuköln” ya es casi imposible de distinguir de la obra de los alemanes. “Heroes” es, pues, un álbum más maduro, más centrado, menos, digamos, disparatado. Bowie y sus secuaces (Carlos Alomar en la guitarra, Dennis Davis en la batería, George Murray en el bajo y Brian Eno en los sintetizadores) ya saben hacia dónde apuntar y qué esperar de los disparos que lanzan, a pesar del ambiente de experimentación que Visconti describe que se vivía en Hansa By The Wall.
Después de Heroes, Bowie ya sólo se tenía a sí mismo como su único competidor. O como ponía la publicidad que lanzó RCA para promocionar el álbum en su momento: “Está la vieja ola, está la nueva ola y está David Bowie”.