Lightning Bolt
KK NUL + Bálazs Pándi
(sic)
Por Maza
Han pasado unas horas y el oído aún me zumba con cierta satisfacción. Y está bien, es la consecuencia de una experiencia sonora apabullante que no fue por Lightning Bolt, sino por KK NUL y Bálazs Pándi que dieron una cátedra de ruido extraordinaria.
La segunda noche del Festival Aural 2017 comenzó con la presentación de dúo mexicano (sic) compuesto de voz y batería. Combinación que en principio suena compleja de acoplar y de desarrollar, pero que gratamente Ambríz y Bonequi llevan de maravilla. (sic) están muy bien articulados, construyen sonidos taladrantes y cavernosos que recuerdan al mejor Mike Patton encontrando a Lichens y a OM. Un concierto más que respetable, con un comienzo y un final estremecedor con un perfeccionismo en los detalles aplaudible –el momento de cuerda tensionada, asombroso-. La única pega es la longitud del concierto, diez minutos me sobraron y no por mi delicadeza auditiva, más bien por lo que tenía que decir lo había logrado ya y por momentos pareció un acto reiterativo.
Las palabras no alcanzarán para describir lo que hicieron KK NUL y Bálazs Pándi; lo intentaré pero creo decir que la noche podía haber terminado con ellos basta. Dentro del Japanoise decir extremo es una sutiliza, y KK NUL y Bálazs Pándi lo confirmaron. Sin concesiones dieron un concierto en tres actos, tres momentos uno más intenso que el anterior. Bordeando el Grindcore brutal, pasando por el Glitch agudo y apuntalando con un Drill & Base psicótico, no sumergieron de inmediato en una marea de anarquía y desenfreno ruidoso. Todo una experiencia que dejó a todos boquiabiertos, nada de detalles discursivos o elementos de sobra, Bálazs Pándi es un expansión rítmica que deriva en un red desenfada y apoteósica de acentos poco vistos. KK NUL, es un guía espiritual de la destrucción controlada del sonido. Juntos nos recordaron que más allá del ruido, el silencio tiene otra forma: una nube espacial de golpes y estruendos sublimes.
Al final, la organización debería haber dejado un rato el ambiente sin música, para que decir algo más cuando el silencio era más elocuente. Lightning Bolt la tuvieron difícil en el aspecto de brutalidad, es imposible superar la perfección del estruendo con la convención, por más perfecta que ésta sea. De cualquier forma lograron un concierto preciso. La primera queja es el sonido, por momentos demasiado saturado y en otros un poco hueco –esto variaba mucho del lugar en la sala pero igual es un poco desesperante; y la segunda que estuvieran encima del escenario cuando había avisado. Tiraron de la abundancia emotiva y experiencia para rápidamente sacudir al personal con su Hardcore crepuscular que concede espacio a la desazón. Lightning Bolt lograron momentos de exquisita bestialidad como en “Over the river and through the wood” o “Horsepower” en las que desbordaron la elocuencia de la destrucción.