Bahidorá: el paraíso del selfie
Por moonman
Así como es irresistible apretar un botón, lo fue tomarse una selfie en Bahidorá 2018, y es que su diseño estructural con los años ha reforzado al espíritu actual de ser joven, vivir al máximo y reflejarlo con lente frontal de nuestros smartphones. Suena superficial y lo es, pero así se ha convertido nuestra realidad que tal vez haya sido inspirada 10 años atrás con “Time To Pretend” de MGMT en donde con un gran billboard con luces neón anunciaban: “Estamos destinados a pretender”.
Cualquiera que haya tomado el anzuelo llamado Bahidorá sabe que entraría a este juego, el cual comenzó en 2013 con chicas y coronas de flores y dudes pintados con colores neón; ahora las flores ya no son necesarias si ya tienes un filtro para tenerlo con una buena foto, hastags y uno que otro gif con una suspicaz referencia; así como esas flores virtuales se han convertido en imágenes, la propuesta del festival ha ido cambiando: la música es sólo el pretexto, lo importante es reunirse y celebrar cerrando las puertas de deudas, dudas existenciales y demás cochambre mental, no no no, en Bahidorá es el vivir el momento.
¿Crisis?
Desde que arrancó este 2018 con los anuncios de carteles de festivales con nombres de bandas que convertían en copias fotostáticas cada una de sus nuevas emisiones, se puso mas que nunca en duda la labor de un festival, claro, desde la perspectiva musical: que si se repiten nombres, que si no le dan espacio a nuevas bandas, etc. Pero es que se deja a un lado la experiencia que implica asistir a un festival rodeado de amigos con encuentros casuales de followers virtuales que se materializan con un “Hola”, abrazo y beso, esta es la verdadera labor de un festival como Bahidorá.
Aparte retomemos que Bahidorá siempre ha sido un concepto que en un inicio tenía toques esotéricos y enigmáticos, ahora ya no hace falta eso, la gente sabe que el Parque Natural Las Estacas es mágico por sí mismo y que se convierte aún más con decoraciones auspiciadas, luces en la noche y música non stop.
Pocos logran que esa “idea” se convierta en un jugoso juego económico… ¿por qué creen que existen sagas como Star Wars o cualquiera de Marvel? Cuando alguien osa cuestionar su estructura, sus creyentes se les va encima como zombies hambrientos, así que bajo esta perspectiva, la crisis en Bahidorá aún no existe.
La música
Casi todo el tiempo no se sabía que la música de fondo terminaba para dar paso al artista en turno y esto hasta cierto punto no fue malo, porque es una señal que se mantiene la ilusión de non stop a todo momento ya sea con DJs o proyectos que resuenan en bares de la Roma-Condesa, propuestas contundentes como Mount Kimbie, adaptaciones contemporáneas del sentir latino con Fania, electrónica que se maridaba con sustancias no tan legales recorriendo el torrente sanguíneo, o un perreo simple y absoluto.
Highlights musicales
Mount Kimbie fue sin duda uno de los mejores actos por su difícil clasificación musical ya que no sabías si era Rock por momentos, Electro Pop o electrónico más experimental. El plus de su presentación fue el apoyo de la ex-Torreblanca Andrea Balency, quien está creando una muy interesante carrera solista que está dando mucho de que hablar.
Desde la ciudad de la Sicodelia (Austin, Texas) llegó The Cuckoos, quienes se presentaron en una de las nuevas áreas del festival llamado La Madriguera, ubicada en un islote con una tímida iluminación y escenario reducido para todos los curiosos que llegaron hasta ese punto. Síganles la pista, son muy recomendables por su espíritu retro.
Algo que le faltó a esta edición fue “el momento Bahidorá”. Un claro ejemplo fue CocoRosie en su primer edición, Modeselektor o hasta Bomba Estéreo, este año simplemente no existió. Todo parecía indicar que iba a ser Ariel Pink, pero conociendo su errático temperamento su presentación fue mediana.
En el escenario la estación, Ifé musicalizó a la perfección cómo comienza un atardecer en Bahidorá: música caribeña bañada con influencias africanas enmarcadas en el presente gracias al R&B, secuencias y algo de Dancehall. Hipnótico, bailador e imperdible.
El momento Pocajú fue gracias a La Redada, quienes se presentaron en otro nuevo escenario llamado Isla Picó. Desde la colonia Doctores este proyecto absorbió la cultura de la Cumbia chilanga con Danzanera.
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