X Años de The Dragulas
(Menos mal que era un juego)
Por Maza @ideasdelmaza
“El tiempo no pasa en vano”, dicen las abuelas. “Los años pasan tan rápido”; “la vida es un suspiro”, repiten con sus canas y su vida larga. Diez años hace que comenzó Me Hace Ruido y por casualidades del destino también cobró vida una banda a la que le tengo un aprecio ominoso; no sólo por la amistad que me une a ella sino también por lo que han propuesto en este tiempo. The Dragulas cumplieron años y lo celebraron con un concierto repleto de invitados, amigos y, sobre todo, amor.
Cuando hace poco más de diez años Klauss Free Hollow, me comentó que estaba haciendo una banda fundada en referencias Pop de su otrora juventud y dimensión alterada, me pareció una idea cuando menos simpática y peligrosa. Meses después, en medio de un asado, me llevo a su cuarto (sin otras intenciones) que ponerme una base de lo que sería una canción de Marido Gay –primer nombre de la banda- como para ver si reconocía todas las referencias; ese día entendí que el juego iba en serio (o todo lo contrario). Así comenzó un desmadre que salió de maravilla y ha pintado un panorama tornasol en el páramo yermo del Pop.
La vida de The Dragulas me tocó siempre en la distancia; oír las canciones al otro lado del mundo, ver videos en los que me hubiera gustado salir mientras nevaba, ver las portadas y enojarme por no haber dado mi opinión jamás pedida. Comentar las canciones en mensajes grupales y burlarme, con gusto e ironía de las bromas, referencias y “chorradas” que la banda siempre ha desprendido con locura Genetiana. Me tocó verlos esporádicamente y hasta compartir escena (de forma lamentable, por mi parte) y en esas contadas ocasiones comprobé que lo proponen está a medio camino entre la decadencia y la genialidad. Algo perdido y sublime entre Waters, Alaska y Das Triadische Ballett. Y sí, a diez años nunca pensé que llegaran hasta aquí. Este aquí como calidad perfomática, pero también como entendimiento de su propia locura y ganas de iluminarnos.
Es cierto, ni Ruy Veneno, ni Conrad Cullen, ni Charo Pop son las mejores cantantes, pero nunca lo ha deseado y en esa mágica poética de la inocencia logran grandes actuaciones. Los músicos que han pasado por sus filas tampoco son los más virtuosos (bueno, uno sí), pero han entendido perfectamente de qué se trata el mundo Dragulas. Ese universo repleto de pastiches, citas, reinterpretaciones, glam y color que tanto contiene cuando no parecen decir nada. Entender que el Pop es una broma, pero una broma muy seria. Entender que el Pop es vacío, pero porque tiene que ser llenado con inteligencia. Cada canción “compuesta” por The Dragulas es un catálogo de estudios culturales; tal vez en ocasiones demasiado espeso, pero siempre sugerente (y también incomprendido).
Y así llegamos a diez años resumidos en un concierto de cuatro partes. Un poco largo, dos horas y media, pero que no se hicieron pesadas pero si cansadas. El CCE por más bien que se escuche y cómodo que sea, sin agua ni víveres espirituosos resulta agotador. The Dragulas dieron un show preciso; todas las canciones sonaron impecables, en especial los covers de Le Pop Dangereux vol. 5 #Nostalgiaporelfuturo y más “La Cabellera De Berenice” de SIZE. El concierto fue un recorrido por todos sus materiales con invitados como Carlos Vivanco, Alfonso André, Alex Eisenring, Poncho Figueroa, Mario Lafontaine, Carlos Robledo, Walter Schmidt o Juan Tortuga, entre otros y miembros anteriores de la banda. Fue una reunión de regocijo donde sonaron los temas fundamentales como “A veces“, “Le Dí A Lily“, “Illy Godzilla” “Caníbal” o “Dick Balboa“. Y para cerrar, el himno de los iconos Pop: “Marido Gay”. Se extrañó un poco el vaudeville que sucedía en sus primeros conciertos, pero los años no pasan en vano. Pero si pasan de esta forma que vengan con glitter, sintetizadores y labios pintados.