Ruthless is the way to go:
30 años de Straight Outta Compton de NWA
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
“Están a punto de ser testigos de la fuerza de la sabiduría callejera”. Así empieza Straight Outta Compton, el álbum debut de N.W.A., que esta semana celebra treinta años. A esa advertencia, le siguen los sesenta minutos más incendiarios que el entonces joven Rap hubiera escuchado. Un género que comenzó como una manera de experimentar y al mismo tiempo darle voz a una minoría oprimida, pero nunca había alcanzado estos niveles. Public Enemy ya llevaba unos años intentándolo, pero al lado del septeto de Los Ángeles, ahora parecían hermanas de la caridad. Ice Cube, Eazy E, MC Ren, Arabian Prince, The DOC, Dr. Dre y DJ Yella, estaban enojados y hartos del acoso policiaco, de la vida en uno de los barrios más peligrosos de Estados Unidos, de la falta de oportunidades, de que la única manera de sobrevivir en el hervidero en el que habían nacido y crecido fuera vendiendo drogas.
Straight Outta Compton fue un termómetro en uno de los sectores de la sociedad al que nadie quería voltear, y encendió la llama que hasta la fecha sigue encendida. La historia del Rap, y de la música norteamericana en general, se puede dividir fácilmente antes y después de este álbum. Aquí no hay melodías, no hay canciones tarareables, cada tema es un manifiesto y un grito de guerra en contra de cualquier autoridad. “Fuck Tha Police” es tan catártica como plantarle el dedo de en medio a alguien que sabes que de cualquier manera te va a chingar. “Gangsta Gangsta” es el manifiesto sobre el cual todos los raperos que le siguieron al grupo en la siguiente década basaron sus rimas y sus beats. “Parental Discretion Iz Advised” y “Express Yourself” son advertencias para que nadie se deje intimidar, como si fueran listas de consejos de cómo usar la libertad de expresión que nadie tiene derecho a quitarte.
Straight Outta Compton le vino a dar terapia de electro shock a la sociedad y al aletargado estado de la música popular de finales de los ochenta y estableció al género al que pertenece como el medio y el fin para expresar lo inexpresable. Le quitó la corona a Nueva York como campeones del género y, básicamente, creó el sonido West Coast que, a la postre, derivaría en la batalla musical más feroz en Estados Unidos. Pero lo más importante: fue un altavoz para la sabiduría callejera que nadie sabía que podía sonar así de bien.