Mark Lanegan
Urss Bajo El Árbol
Por Diego Álvarez Rex
Contra todo pronóstico, con base no sólo a la poca difusión que la carrera solista de este personaje cuenta en nuestro país, sino al inmueble medio vacío de su pasada y única visita, Mark Lanegan regresó al escenario de El Plaza Condesa frente a, una vez más, un inmueble a media capacidad.
A pesar de las décadas como un cantautor de historias trágicas aguardentosas y de corte maniaco-depresivo, los individuos que se dieron cita para el concierto fueron aquellos renegados que le van pegando al cuarto piso e insisten (al menos para la ocasión) usar una camisa a cuadros sobre una camiseta negra de algún grupo de inicios de los 90s asociado con el infame término “Grunge”. Y aunque fieles a sus ídolos, sobre todo rindiendo pleitesía a quienes aún viven, la realidad es que un considerable porcentaje de la audiencia después de la media hora, de un recital que duró casi dos, demostraron su aburrimiento y desinterés al entablar tendida conversación durante el resto del concierto quitados de la pena.
¿Qué trajo consigo el nacido en Washington para esta ocasión? Al contrario de cómo se anunciaba originalmente, y que el mismo Lanegan tuviera que corregir en redes sociales, el cantante regresó en formato de trio eléctrico con teclados, caja de ritmos y guitarra, siendo su ya longevo colaborador Jeff Fielder el responsable de disonantes guitarrazos (algunas veces desatinadas fanfarroneadas) mientras la voz del alguna vez cantante de Screaming Trees hiciera eco dentro del inmueble.
Un concierto “pesado” para quienes no iban preparados, ya que si la decena de lanzamientos del mencionado oscilan entre lo triste y deprimente, su reinterpretación en el formato que también llegará a Sudamérica, puede a muchos dopar y a otros aburrir. Claro está, Lanegan tiene seguidores dedicados en nuestro país, que no sólo se saben los temas de Blues Funeral (2012) y Phantom Radio (2014), sino que se permiten pedirle canciones al músico que de igual manera acepta cantarlas modificando el repertorio previamente elegido para la noche “¿Acaso me pidieron “Ugly Sunday“? ¿Qué hacen desenterrando temas tan viejos?”, preguntó de vuelta al público Lanegan ya por la recta final.
Ya para el momento del encore, 25 canciones después, una sola pieza de Screaming Trees fue una suerte de alivio para quienes con camiseta del ídolo de Seattle preferido, esperaron no solo todo ese show sino la visita pasada incluida para escuchar “Halo of Ashes”. Carrasposa, disonante y tendida. Un breve adiós para reaparecer en una mesa a una equina del lobby del inmueble para firmar mercancía, y así Mark se retira de nueva cuenta de nuestro país.
Quienes fueron preparados salieron más que satisfechos, algunos tal vez no debido al formato, un porcentaje bien pudo habérselo perdido entre falta de conexión y capacidad de atención, pero las tres personas sobre del escenario se retiraron con una sonrisa de agradecimiento que nadie podrá quitarles.