¿Quién es Kristin Hersh?
Más de 30 años de independencia aguerrida
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
Kristin Hersh recientemente cumplió 52 años de vida, de los cuales sus últimos 33 han estado dedicados a la música de tiempo completo. En años recientes, se ha diversificado como autora de dos libros autobiográficos en distintos niveles, y como fundadora de la plataforma CASH Music, un sitio de distribución independiente de música en el que el contacto directo entre artista y público es el punto central, lo cual le ha permitido seguir sacando discos cada tanto fuera del modelo tradicional de una disquera. Pero, ¿quién es Kristin Hersh? ¿De dónde viene esta fuerza imparable que ha influido a más de una generación de músicos de la escena indie norteamericana desde hace tres décadas? Sirva este texto para echar un poco de luz a la vida y la carrera de una de las voces más importantes pero menos reconocidas de eso que se tendió a llamar Rock alternativo en los noventa.
En 2010, Hersh publicó con Penguin Books, Rat Girl, una memoria basada en el diario que llevó de la primavera de 1985 a la de 1986, un año esencial en su vida. En el prólogo escribe: “Encuentro sorprendente que, como adolescente, ya estaba intentando juntar la música con el arte, una misión imposible. Si los norteamericanos pensaran que la música y el arte van de la mano, no tendrían los Grammys”. En ese par de oraciones está resumida la filosofía de la cantante respecto a su relación con la música. A Kristin Hersh nunca le ha interesado estar parada bajo el reflector, lo de ella es que la persona que escuche y se acerque a su música, ya sea bajo su propio nombre o el de su banda, Throwing Muses, tenga una experiencia que le lleve a revalorar su lugar en el mundo. Como estar frente a una obra de arte, pues.
El Rock de Throwing Muses no es un Rock tradicional. Se le ha aplicado ese nombre y se le ha puesto en ese cajón más por comodidad que por otra cosa. Las canciones no tienen un ritmo convencional, ni usan acordes fácilmente identificables. La mayoría no tienen una estructura típica de verso-coro-verso, ni solos de guitarra. Las canciones de Throwing Muses son impredecibles como impulsos eléctricos que pasan directamente del cerebro de su creadora a la boca y se amplifican en el micrófono. Hersh, en su mencionada autobiografía, le intenta dar un anclaje racional a esto, explicando que desde que sufrió un accidente automovilístico en la adolescencia, no ha dejado de escuchar sonidos que eventualmente terminan convirtiéndose en canciones. Su voz, entre rasposa y dulce en un mismo compás, hace el resto para que la experiencia de escuchar a las Muses sea la de cambiarte la vida.
A mediados de 1985, Kristin Hersh, su hermanastra Tanya Donelly, Leslie Langston y Dave Narcizo eran un grupo de desadaptados en Providence, Rhode Island, que se reunían a tocar de vez en cuando y a pasar el rato en un departamento abandonado en el centro de la ciudad. Por esas fechas a Hersh le habían diagnosticado trastorno bipolar, lo que, según ella, también podría ayudarle a explicar su proceso creativo. Poco a poco se fueron haciendo de un nombre en la escena local, y eso les llevó a grabar un EP y un demo, The Doghouse Cassette, que llamó la atención de Ivo Watts-Russell, presidente y fundador de 4AD. Y cómo no iba a hacerlo. El mencionado demo consiste en diez canciones perfectas, inusuales y desesperadas. Con un filo Punk y una madurez disfrazada de inocencia inaudita, The Doghouse Cassette dio muestras de lo que Throwing Muses podía hacer si se les daba una oportunidad. Canciones como “Call Me”, “Sinkhole”, “America (She Can’t Say No)”, “Fear”, o “Fish”, son perturbadoras y desgarradoras, y resultan una pequeña muestra de lo que Hersh guardaba en lo más profundo de su alma, pero que, al mismo tiempo, no temía mostrar.
En 2013, la más reciente alineación de la banda (Hersh en guitarra y voz, Bernard Georges en el bajo y Dave Narcizo en la batería), y que se ha mantenido desde 1995, lanzó su, hasta ahora, último álbum, Purgatory/Paradise. Treinta y dos canciones como viñetas de no más de minuto y medio en su mayoría, lanzado en forma de libro en el que las letras de los temas acompañan pinturas y dibujos abstractos, o bien, al revés. Hersh, una vez más, juntando arte con música. Haciendo que la experiencia de escuchar sus canciones rebase sólo el acto pasivo de poner el disco en el reproductor y así, llevar a quien presta sus oídos a cuestionarse lo que cree saber sobre música Pop.
La energía de Hersh parecía inacabable en 1996. Para entonces, diez años después de haber firmado para la 4AD, la banda tenía cinco discos de estudio, dos cambios de alineación (Tanya Donelly había partido para, primero, formar parte de las Breeders, y después fundar Belly, y Leslie Langston había decidido regresar a una vida tranquila, alejada de cualquier conato de fama), dos cambios de disquera (de 4AD, pasaron de lleno a Sire, y de ahí a Rykodisc), y la propia Hersh había grabado ya un disco (Hips And Makers) y un EP solista (The Strings EP). El octavo álbum de la banda, LIMBO, estaba en el horno. Sólo ella sabía que sería el último en, al menos, un buen rato. La falta de exposición mediática, las bajas ventas, la carencia de espacios, la obligaron, muy a su pesar, a declarar a su proyecto de vida en bancarrota e inducirlo a un estado de coma indefinido. Por desgracia, el ser una banda de culto y altamente respetada por un puñado de fans (famosos y no) y críticos, no paga las cuentas y Hersh tuvo que aprender a la mala, sin importar toda la energía que le había puesto desde 1981 a la creación de canciones.
Entre los fans famosos de Throwing Muses se encuentran Michael Stipe de R.E.M., quien grabó a dueto con Hersh “Your Ghost” del primer álbum solista de la cantante; Bob Mould de Hüsker Dü, voz invitada en “Dio” del sexto álbum de las Muses, Red Heaven (1992); los Pixies, quienes, a insistencia de Ivo Watts-Russell, abrieron la primera gira británica de la banda en 1987, y con quienes las Muses siempre mantuvieron una relación fraternal; Vic Chesnutt, quien, además, era amigo personal de Hersh y cuya muerte la inspiró a escribir sobre su relación su segundo libro, Don’t Suck Don’t Die: Giving Up Vic Chesnutt (2015).
Hacia 1997, cansada de las maneras tradicionales de la industria musical, Hersh fundó su propio sello independiente, ThrowingMusic, pionero de la distribución musical en línea. Esto le permitió tener mayor control sobre regalías, los tiempos de grabación y lanzamientos, y, lo más importante, un contacto directo con sus fans. Mucho antes que Kickstarter, Bandcamp, Soundcloud, o cualquier método alternativo de distribución musical, Kristin Hersh cuestionó y le dio la vuelta al viciado mundo de las disqueras, mostrando que siempre hay un camino para que la creatividad salga a flote. Una vez establecido esto, en 2004 resucitó a Throwing Muses y la banda, en gran parte gracias al apoyo económico de sus fans, entraron al estudio a grabar el que sería su octavo álbum: el segundo homónimo 16 años después de su debut como una manera de cerrar el círculo. En paralelo, y como un escape creativo, Hersh comenzó un nuevo proyecto musical, 50FootWave, que no podría estar más alejado de su banda principal. Mezcla de Hardcore, Garage y Hard Rock, el power trio (con Rob Ahlers en la batería y el bajista de las Muses, Bernard Georges) mostró una faceta inaudita y sorprendente, una más, de la cantante. Eventualmente, ThrowingMusic iría mutando, para terminar siendo lo que es ahora, CASH Music y su programa Strange Angels, en el que los fans financian los proyectos de la banda y la cantante, y ella a su vez, les da recompensas: los invita al estudio a ver las grabaciones, les da crédito de productor ejecutivo, los invita a los conciertos, etcétera. Hersh, en su cuenta de Twitter y en su blog, siempre ha hecho hincapié en la importancia y el rol fundamental de los fans para poderse mantener a flote en toda su carrera.
En 1998, Rykodisc re-editó el demo The Doghouse Cassette en un disco doble con el primer álbum homónimo de la banda bajo el título In A Doghouse. Kristin Hersh, en las notas del librillo, escribe: “Estas Musas me han salvado la vida, literalmente, miles de veces”. Lo que no dice es que se la ha salvado a todo aquel que está dispuesto a dejarse conquistar por su arte.