Preserving the old ways from being abused:
50 años de The Kinks Are The Village Green Preservation Society
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
A mediados de los sesenta, The Kinks estaban en la punta de lanza de eso que se llamó la Invasión Británica. Junto con The Who, The Animals, The Yardbirds, Them, llegaron a las estaciones de radio y los oídos de los norteamericanos con un sonido crudo, peligroso y, sin embargo, extrañamente refinado. Lo curioso era que el sonido de todas estas bandas venía de las más puras raíces del Blues y el R&B del Delta del Mississippi. Era como si esta bola de extranjeros se pusieran a educar a los locales sobre sus propias tradiciones. Toda esta generación de bandas tuvo un éxito considerable y se les auguraba un gran futuro. Pero en 1965, en pleno auge de la oleada, The Kinks dieron un paso en falso que los vetó de tocar en Estados Unidos por años. ¿Qué sucedió? Los integrantes de la banda se agarraron a golpes en el escenario y el sindicato de músicos les prohibió tocar de nuevo en suelo norteamericano. Dada la cancelación de exposición mediática que eso significaba, podría haber sido una tragedia y una sentencia de muerte a casi cualquier otra banda. Pero Ray Davies, el líder de los Kinks, no se dejó intimidar y aprovechó para hacer que su creatividad explotara en los años siguientes al incidente.
Para 1968, el sonido de los Kinks se había ido transformando de un Blues gamberro y callejero en un Pop barroco y elaborado casi imposible de clasificar. No era lo suficientemente experimental para estar a la altura de sus contemporáneos y compatriotas, ni tampoco era por completo comercial. Los dos álbumes grabados y lanzados por la banda entre 1966 y 1967, Face To Face y Something Else, contenían viñetas satíricas y comentarios punzantes sobre la sociedad londinense, enmarcados en arreglos preciosistas que demostraban las dotes de los hermanos Davies tanto en la lírica como en la composición musical. Ambos álbumes han ido ganando su lugar en la historia del Rock poco a poco, pese haber sido recibidos tibiamente en su momento. Cuando los Kinks entraron al estudio a principios del 68 ya tenían una idea mucho más clara de hacia dónde llevar lo que habían estado experimentado los dos años anteriores. Si Face To Face y Something Else eran una colección de cuentos, The Kinks Are The Village Green Preservation Society, su sexto álbum de estudio, es una novela épica que pretende retratar un pasado mítico que Davies añoraba, no sin cierta ironía, marca de la casa, ni sin echar en saco roto las influencias de lo que estaba sucediendo en lo musical en ese momento. El álbum suena a su época, pero la riqueza radica en que cada una de las quince canciones que lo componen es un capítulo de un libro en el que conviven en un pueblo de la campiña inglesa personajes como Daisy y Walter (“Do You Remember Walter?”), novios desde la infancia y recién casados; el loco del poblado (“Johnny Thunder”); la prostituta de la que todos los hombres del lugar están enamorados (“Monica”); el tren que hace su último recorrido antes de que lo retiren (“Last Of The Steam-Powered Trains”). Todo enmarcado por la narración de Ray Davies que pasa las hojas del álbum de fotos de la familia en la que estas historias se suceden una tras otra (“Picture Book”) y recuerda que hubo tiempos mejores (“The Village Green Preservation Society”, “Village Green”, “People Take Pictures Of Each Other”).
The Kinks Are The Village Green Preservation Society fue descaradamente ignorado en el momento en el que fue lanzado. Eclipsado por las problemáticas sociales de la época, por obras con mayor promoción, por sonidos más extremos. En 1968 alguien difícilmente prestó oídos a la lírica de Davies. Como ha sucedido con casi todos los discos de los Kinks de los sesenta, la apreciación ha ido llegando a cuentagotas, pero eso no importa mucho. Lo importante es que siempre podemos regresar a los campos verdes de la mano de Ray Davies para recordarnos que la vida, muchas veces, puede ser menos complicada de lo que pensamos.
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