Por Maza @ideasdelmaza
El Festival Nrmal cumplió diez años y aunque el cartel parecía no cumplir la expectativas que año con año han creado, al momento de ver los actos todo cobró su gratificante matiz habitual. Haciendo ver que no es necesario grandes nombres en las cabeceras para complacer al personal con calidad. El lugar es lindo e intimista, y la organización siempre a la altura (sólo los problemas con el regreso del importe de los vasos).
Para comenzar el empalme de bandas impidió que viéramos a Vyctoria pero cuentan las buenas lenguas que estuvo bien rifando. Lo que sí vimos fue a las colombianas de Canalón de Timbiquí quienes defendieron elegantemente la música negra del Pacifico. El corazón de los ritmos afro-colombianos entra como sombra endemoniada para provocar el baile incluso en los más anodinos. El horario tal vez no fue el mejor, porque digamos que con el público un poco más “entonado” hubiera sido delirante.
En el escenario Azul nos topamos con Michelle Blades y su Dream-Indie tirado al mundo al fairy spaceseado con desplantes garageros y caminos místicos que recuerdan a una Courtney Barnett con teenage angst. Nada magistral y un poco genéricas, pero simpáticas para aguantar la tarde calurosa y perderse en la memoria. En la carpa Sexores recordaron a un Blonde Redhead desenfadados, son divertidas pero un tanto descafeinadas.
De regreso al escenario Negro, y ya con el pasto llenándose de vestimentas de colores, las de Mint Field dieron una accidentada pero intensa presentación. El audio estaba un poco bajo e impidió que disfrutaremos en plenitud de su Shoegaze ensoñador que luce de maravilla con al atardecer. Por momentos se perdieron en los puentes pero sin opacar su entrañable simpleza de paredes frías de sonido. A continuación salió la Golden Dawn Arkestra que haciendo honor a su nombre hicieron un camino dorado místico y alucinado hasta un espacio bizarro y mentalista. Emoción psicodélica trasnochada y efectista que no dejaron espacio al aburrimiento.
De Rubio esperábamos mucho más, elegante y casi perfecta en su desempeño, las canciones resultan faltas de cuerpo, la frialdad y distancia a veces juega en contra. Tuvo algunos destellos lindos pero fue un poco dispar.
Ya al caer la tarde comenzaron las bandas mayores, los primeros fueron Beak>. Son tan nerds como eficientes; riéndose con una simpleza como la niña que compra colchones logran crear genialidades en apenas fragmentos de segundos. “Brean Down” sonó como una aplanadora que se encadenó a los cuerpos. Tienen poco truco pero hacen con ello un universo particular y estridente.
A continuación Frank Bretschneider creó una atmósfera invernal de Glitch y Minimal Wave preciosista, con unos visuales adecuados que fueron como redes doradas para urracas. Su elegancia es asombrosa, todo en su lugar. La que le pegó fue el horario: muy temprano e inconexo con las otras bandas como para volar con eficacia; pero es lo que tienen los festivales.
En horas serías del día salió Spiritualized. No cabe duda que son unos genios; cada vez que se suben a tocar ofrecen un viaje. Sin embargo esta vez les faltó un poco de intensidad, empezaron muy arriba con “Come Together” y el resto fue un poco cuesta arriba. El setlist no fue el más adecuado pero lograron salir bien librados. A Jason le perdonamos casi todo. Gang Gang Dance divertido y dinámicos, como una montaña rusa de colores con destellos tribales.
Mazzy Star nos dejó en silencio con sólo un luz lila y la voz perfecta de Hope Sandoval. Lo que entendíamos como miel desbordad se volvió amargura y frialdad hiriente, eso sí, básica pero potente. Fue un set breve pero con una brutalidad helada; la distancia exacta de las cosas.
Y para el cierre Death Grips agarró esa tranquilidad esparcida por Mazzy Star, se la comió y la escupió en forma de golpiza sonora. Sin titubeos ni descansos fueron una ráfaga de beats y flows cortados y filosos. Verlos desde dentro de los empujones es peligroso pero altamente recomendable. Tiene una energía que traspasa la aceleración vocal y la distorsión suicida. Apoteósico final que nos deja deseando más y que haya otro diez años como estos.
Nrmal X ediciones
Por moonman
Nrmal no necesitó de 10 ediciones (mas no 10 años) para lograr lo que es: un festival que te garantiza salir amando la música de nuevo al ver propuestas arriesgadas que disipan por completo ese yo interno de “lo de ahora ya no vale la pena”.
Y es que este año nos tendieron una trampa: el cartel parecía hueco pero al momento de cobrar una tridimensionalidad fue más que sorprendente por su versatilidad: podrías ver propuestas que en Bahidorá, Mutek o Trópico hubieran quedado a la perfección que iban desde lo folclórico (Canalón de Timbiquí), lo techy (Sinjin Hawke o Frank Bretschneider) o algo para slamear (El Shirota o Death Grips). Y es que a final de cuentas esa es otra arista del festival: crear lazos con bandas distantes ya sea con los nuevos fanáticos o con promotores.
En lo personal lo que más me gustó del festival fue el combo Sinjin Hawke y Zora Jones. Justo así debe de ser la música en 2019: arriesgada, MUY bailable y con interfaces tecnológicas que nos recuerdan que todo proviene del mundo físico. Digo esto porque tenían un scanner en frente de ellos que no sólo servía para vistosos visuales, sino que manipulaban la música con sus movimientos. Gran viaje visual y sobretodo el cuerpo lo agradeció al bailar sin pretextos.
La cuota chilena la cubrió Rubio, quien en MHR le tenemos especial afecto al darle seguimiento desde su fundación. Francisca Straube demostró que sólo necesita sacudir la mano para sacar música: su personalidad era remarcable sobre el escenario e incluso podía bailar con ritmos que no estaban ahí pero con sus movimientos podías percibirlos y complementarlos con lo que estabas escuchando.
También Beak> fue destacable. Superficialmente Geoff Barrow podría considerarse como un ser quejoso, pero lo hace porque quiere que su mundo sea perfecto, o por lo menos sincronizado y en orden. Justo eso demuestra el proyecto, melodías aparentemente simplistas pero que al unirse como piezas de Lego crean momentos y bases rítmicas que tanto a clavados del Progresivo les gusta como al nuevo Pop (el de buena manufactura).
Que decir de Spiritualized… siempre logran momentos sublimes gracias al grandioso ensamble que traían. Sus canciones realmente son intentos por crear algo grande y no sólo rellenos de tiempo de unos cuantos minutos. Tipos como J. Spaceman o Nick Cave saben que las canciones son oportunidades para realmente cambiar al mundo y lo logran a la perfección.
Nrmal… sigue sorprendiéndonos.
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