Por Aarón Cortés
Ya han pasado muchos años desde el debut de Miles Kane en el Corona Capital 2013, tiempo suficiente para que se vea reflejada la experiencia que ha adquirido en los escenarios, y una gran mejoría en su performance como solista.
Claro que esto no quiere decir que antes haya sido malo, pues recordemos que en 2016 con The Last Shadow Puppets brilló incluso más que Alex Turner. Pero ahora también se nota una presencia mucho más imponente por su propia cuenta, desde que sale pavoneándose con su guitarra entre la gente, con los ánimos por los cielos y una sonrisa en el rostro de principio a fin.
Era casi imposible desaprovechar la oportunidad de su regreso a nuestro país para darle su propio show, pues pareciera que la mayoría de las veces tiene que lidiar con la sombra de Turner. De hecho, esta presentación en El Plaza no sólo fue su primer estelar en nuestro país, sino que también fue su primer papel protagónico fuera de Europa. Una noche dedicada únicamente a él (como debe de ser) y sus tres álbumes.
Al ser la gira de Coup De Grace, éste disco tuvo mayor peso con siete canciones (“Cry On My Guitar”, “Loaded”, “Too Little Too Late”, entre otras) que al ser intercaladas con sus predecesoras, tienen mayor consistencia que dentro del álbum. Dándoles un toque más fresco y esa textura que se siente ausente en las grabaciones de estudio.
Por otra parte, las pocas canciones de los primeros dos fueron en su mayoría sencillos como “Better Than That”, “Don’t Forget Who You Are” y “Rearrange”. Pero también tuvimos la oportunidad de escuchar al fin “Colour of The Trap” en el único momento nostálgico del concierto, con la gente balanceándose de un lado a otro con delicadeza, pues el resto de la noche estuvieron chocando unos contra otros (al menos en la parte de adelante) entre cada guitarrazo.
A pesar de haber sido una pequeña multitud, se respiraba mucha buena vibra y hermandad entre los asistentes, quienes se hacían amigos de desconocidos con tal de tener alguien con quien compartir los gritos y los empujones ante la presencia de Miles. Este, por su parte, se colgó de esa emoción para crear una interacción más genuina y extendió los coros de “Don’t Forget Who You Are” y “Come Closer”. También le cantó especialmente a la cámara de un fan, gran parte de una canción.
Miles Kane nunca dejó de sonreír mientras se deslizaba por el mástil de la guitarra y contemplaba su momento. Ese carisma en el escenario nos hipnotizó durante 15 canciones, que se pasaron demasiado rápido y nos dejaron con ganas de un poco más… al menos permitirnos disfrutar un par de rarezas. Aunque debemos aplaudir que no hizo el show tedioso en ningún momento, ni jugó con el ánimo de la gente mediante altibajos, en todo momento apuntó hacia arriba y se esforzó por no bajar el nivel.
Dejando de lado algunos “peros” del último álbum, Miles Kane nos demostró que tiene lo necesario para liderar sus propios shows, que es mucho más que el compañero de Alex Turner en The Last Shadow Puppets, y que puede existir sin la necesidad de acompañar a Arctic Monkeys, como ya ha pasado en 2013 y ocurrirá una vez más en el Foro Sol.
El tiempo sólo ha sido un factor que ha utilizado a su favor al momento de mejorar su presencia, actitud y crear su propio personaje que sube con brillos en los ojos y vestimenta llamativa sin rayar en lo extravagante, pues el papel más importante de sus shows está en la música y no en forzar la imagen de rockstar.
Esperemos que éste sólo sea el primero de muchos conciertos que Miles Kane de en nuestro país por su propia cuenta, y que siga manteniendo esa calidad impecable como frontman. Por ahora nos vamos con un buen sabor de boca y la alegría de saber que podremos verlo dos días seguidos.
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