Por Diego Álvarez Rex
No hay dos caras en la moneda: King Crimson en directo es de los últimos bastiones musicales donde la ejecución es capaz de transportar al presente a la otredad, a otra dimensión, otro estado de consciencia. Sus conciertos son la llave a esos estados alterados donde la audiencia estalla tanto en euforia como llanto.
A tan sólo dos años de su épico regreso a nuestro país en más de una década de ausencia (y que inclusive fuera conmemorado con un disco en vivo), de nueva cuenta el furor entre sus acólitos se dejó ver en otra residencia en el Teatro Metropolitan, y hasta un par de fechas en la ciudad de Guadalajara; y es que más allá de ser una banda “conceptual” o de exigente “Rock Progresivo”, el concierto de la actual encarnación de King Crimson el pasado viernes en la capital mexicana fue perfecta muestra de cómo la oscilación musical del proyecto pasa por la psicodelia, el Metal y Jazz avant-garde capaz de sonorizar los gritos de locura de cualquier esquizoide, o bien, invocar la melancolía de una calmada noche estrellada.
La visita fue parte de un año especial para Robert Fripp, donde al igual que Tool, le dieron la bienvenida a las plataformas de escucha en línea tras una década de re-negarlas, y con la excusa de gira conmemorativa a los 50 años de trayectoria de la banda, los paquetes VIP con acceso y asientos preferenciales, bolsa, programa, tour con el productor, y hasta un show especial para “Amigos y Familia” fueron apenas algunos de los detalles que la banda agregó para sus seguidores en México que tuvieron durante tanto tiempo descuidados, pero sin lugar a dudas las complacencias en el repertorio en directo fueron las que más brillaron.
“EleKtriK”, “One More Red Nightmare” y “Frame By Frame” fueron desempolvadas y recargadas con una increíble nueva vida gracias a este formato de 3 baterías que le da tantos esteroides al proyecto, agregando los temas tan brutales de su primer LP que no escatimaron “Epitaph”, “Moonchild” y la genial “In the Court of the Crimson King” que tan sólo sus primeros requintos hace que la gente brinque de su asiento como si de electroshocks en las butacas se tratara. Hubo muchos momentos para la audiencia donde fue complicado aguantarse las ganas de permanecer sentado durante el concierto y se vieron varias siluetas levantarse para aplaudir, gritar y cantar, para ser invitados a sentarse y no bloquear la vista del resto del auditorio.
Sin saludar, despedirse, ni siquiera presentar a la banda, el ensamble es sumamente solemne y sobrio, más nunca pierden el humor al soltar melodías como “Tequila” en el saxofón de Mel Collins o invitar a todos a saludar para una foto tomada por Tony Levin; al final el concierto no deja de ser una fiesta entre banda y público, y así como todos entran en el papel del un majestuoso recital, igualmente se les invita a divertirse y dejarse soltar, cosa que los mexicanos saben hacer perfectamente y es justo esa respuesta lo que hace que la banda lleve ya dos discos en directo grabados en nuestro país.
¿Cuánto tiempo pasará para ver de nueva cuenta a esta gran fuerza en nuestro país? Nada es seguro con el errático comportamiento de Robert Fripp, quien aunque parezca contento con el actual trabajo del proyecto, nunca se sabe en qué momento pueda deshacer el proyecto para retomar otras plataformas de creación… pero lo que es cierto, es que los seguidores nacionales del proyecto igualmente temen no poder vivir esta intensidad para siempre, y por eso siempre se encargarán que cada concierto sea como si los vieran por primera y última vez: locura total.