You make this all go away:
Pretty Hate Machine de Nine Inch Nails
Por Ernesto Acosta Sandoval
Trent Reznor es un perfeccionista. Siempre busca la mejor interpretación, el mejor sonido, la tecnología más avanzada para grabar, y siempre parece dejar la vida en el escenario. Cada uno de los discos que ha hecho, ya sea con Nine Inch Nails, o en sus proyectos alternos, o como compositor cinematográfico, es el producto de meses y años de trabajo intenso. Sin embargo, el álbum que lo presentó al mundo, desde su punto de vista no cumple con sus requerimientos. A Reznor no le gusta Pretty Hate Machine a pesar de que fue una de esas obras que definió a su creador y revolucionó a un género que parecía estancado en beats repetitivos y paredes de sonido hechas por guitarras.
Durante treinta años, Pretty Hate Machine ha sido considerado un parteaguas en el Industrial. Sin embargo, y si uno escucha el álbum con atención, es fácil notar que la intención de Reznor era darle la vuelta a las convenciones de esa etiqueta. Sí, es un álbum que suena fuerte, que se mueve hacia lo electrónico, pero aquí, a diferencia de otros exponentes del género (como Einstürzende Neubauten, o Nitzer Ebb), las canciones tienen una estructura más tradicional con riffs bien identificables, con espacios para respirar y con vocales más inteligibles. Por momentos, el álbum parece moverse más hacia el Synthpop de Depeche Mode en canciones como “Down In It”, o al The Cure de The Top como en “Sanctified”. Los beats aquí son macizos, en vez de sonar estériles y mecanizados, como en “Head Like A Hole”. Pretty Hate Machine, pues, resultó ser uno de los planos pare edificar eso que un par de años después terminarían bautizando como “Rock Alternativo” a fuerza de simplemente no poder clasificarlo.
¿Por qué no le gusta a Trent Reznor, entonces? Quizá porque él mismo ha dicho que no tuvo el tiempo suficiente para armarlo como le hubiera gustado, con más sampleos, con un sonido más expansivo. Es una crítica válida, pero creo que aquí vale la pena no hacerle tanto caso. Pretty Hate Machine es lo que es y es suficiente. Es un álbum al que se le puede sacar más y más cada vez que se le escucha. No hay una sola ocasión en la que suene “Something I Can Never Have” y que los pelos no se te pongan de punta. Además, es el álbum que nos dio a Trent Reznor y eso debería también ser suficiente.
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