Por Óscar Villanueva
Por alguna razón, nuestro país, casi desde su comienzo, siempre ha tenido alguna fascinación (guiño guiño) con The Cure. Podrían ser los pelos de Robert, el maquillaje y labial corrido, o quizá las letras, alternando entre exploraciones de depresión y oscuridad hasta una de simpleza donde se puede amar el quinto día de la semana. Lo que seguramente si tuvo algo que ver fue, que no importa que tan densa o liviana fuese la música, esas melodías terminan por quedarse en la cabeza de uno por días, meses, años. Todo eso quedo muy de demostrado en el concierto de ayer, donde un Foro Sol muy muy agotado que estuvo disfrutando en su mayoría durante casi tres horas todas aquellas canciones que han salido del cabeza del Sr. Smith.
Mención aparte merece The Twilight Sad, quienes realizaban su primera visita a nuestro país. Aunque empezaron un poco tiesos, para las últimas canciones había superado sus nervios ante el público más numeroso que los había visto en las palabras de James Alexander, su cantante que se contorsionó a través del escenario mientras las guitarras sonaban. Espero que hayan logrado convertir a más de uno en fan.
Para aquellos que nunca los habían visto, éste fue un setlist de ensueño, donde se abarcó casi todas las fases que han caracterizado a la banda (aunque faltó por lo menos una canción del Pornography), sus principios Post Punk, la parte Dark, el regreso con un sonido New Wave y perfecto Pop, para rematar con el sonido clásico del Disintegration y Wish incluido un maravilloso segundo encore donde Robert mencionó que se estaban celebrando los 40 años del Three Imaginary Boys y así como los sencillos de esa época, que por cierto, ese 1-2 final de “10.15 Saturday Night” con “Killing an Arab” seguro dejó a más de uno con ganas de seguir la fiesta.
Para aquellos que querían un setlist más denso, tendrán que esperar a la siguiente visita de la banda. Este concierto fue más como una de celebración de su larga carrera, que más allá de por fin ser incluidos en el salón de la fama del Rock n’ Roll, que creo para Robert es una mera formalidad; demuestra que The Cure son una de esas pocas bandas que aún quedan que logran juntar a personas de muy distintos gustos musicales para verlos. Para Robert debe ser increíble que haya tanta gente que aun después de muchos años de carrera, sigan viniendo a verlos tocar y cantar esas todas esas canciones del pasado, presente y quizá futuro; y a nosotros como público nos tocó presenciar una de las cosas más bellas además de esas canciones: un Robert sonriendo y bailando a lo largo de toda la noche.
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